domingo, 21 de marzo de 2010

La purga que nunca llega…



“La institución policial necesita una fuerte purga. Una limpieza general. Que no deje dudas de su credibilidad y honestidad… La purga no debe ser con manotazos de ciego. Debe partir de una profunda auditoría de gestión de los jefes y funcionarios, seguir con controles efectivos en base a las declaraciones de sus bienes y avanzar con una evaluación del crecimiento patrimonial en función a sus remuneraciones. ¿Se puede hacer esto? La necesidad de contar de una buena vez con una institución policial creíble y honesta lo exige.”

Esto escribía allá por el 2004, cuando luego que el país sufriera una seguidilla de atracos a instituciones bancarias y demás “golpes” de fin de año en el que estuvieron involucrados numerosos uniformados, se hizo una tímida remoción de oficiales policiales. Luego de asumir el presente gobierno volvieron los anuncios y tímidas acciones de “limpieza” de la institución policial. De tantas buenas intenciones y anuncios ya tenemos empedrado el camino a la incredulidad y la impaciencia.

Desde el robo de armas del propio cuartel central, a participaciones en asaltos “en días de franco”; desde un sistema corrupto que persiste intacto en materia de guardias “privatizadas”, protección organizada a delincuentes de medio pelo o alto coturno, participación en los negocios de micro o macro narcotráfico, recorridas y actuaciones extorsivas en algunos casos liderados por los mismísimos comisarios zonales, hasta el feroz esquema de usuras y prebendas disfrazadas a través de las planillas de pagos del personal policial, todo esto no hace sino mantener una Policía Nacional extremadamente inficionada de corrupción.

Pero no sólo de corrupción. “Si fuera corrupta pero al menos eficiente…”, comentaba un amigo. El problema de fondo es que es la misma corrupción la que no le permite ser eficaz. Por eso mantiene, como bien lo describió el colega Enrique Vargas Peña, los sistemas obsoletos e inútiles de antaño, con un esquema que todavía responde a la lógica de la dictadura, donde todos los ciudadanos son sospechosos hasta que prueben lo contrario. Así, las barreras policiales son el símbolo de esa inutilidad institucional y el apego persistente al modelo dictatorial que ningún gobierno de la transición –ni colorados, ni ahora de otros signos- han querido o han podido desarticular.

Yo mismo fui una vez más testigo y víctima de esta inutilidad y corruptela policial. Hace 20 días, conduciendo mi automóvil, fui embestido por un auto Gol blanco, sin chapa, que iba a toda velocidad, conducido por un policía uniformado. Ocurrió en Jejui y Chile, a media cuadra de la Comisaría Tercera, y a una del Ministerio del Interior. Los policías intervinientes ni siquiera tomaron los datos del vehículo, que “curiosamente” desapareció de la escena ayudado por adivinen quiénes. El oficial estaba “fuera de servicio”, pero uniformado, conduciendo un vehículo que, no teniendo chapa, saque usted sus conclusiones de qué origen tendría.

Basta de anuncios. Hacen falta acciones concretas. No simples shows de entega de patrulleras que terminan funcionando al servicio de la corrupción institucional. La Policía Nacional debe ser desarticulada totalmente y reemplazada por una institución nueva, con cuadros renovados, con regulaciones nuevas que impongan la dirección policial desde un gabinete basado en el conocimiento y la inteligencia en materia de seguridad, y no en charreteras obtenidas por lealtades y prebendas a los mandos internos o los capataces políticos de turno. Normas que permitan un control social más efectivo para evitar que la corrupción se enseñoree en la institución.

Esto será realmente el CAMBIO con mayúsculas, y no los tímidos, ingenuos y gatopardistas anuncios oídos periódicamente. Con gente inteligente, como varios de los que están en el Ministerio respectivo, podría hacerse el verdadero cambio. Claro, toda vez que no se transija con el estatus quo que desean mantener quienes, aún repudiando públicamente tiempos idos, piensan privadamente con la misma lógica de utilizar a la Policía como un hato más en la hacienda de la politiquería y la recaudación para la corona.

José María Costa

viernes, 5 de marzo de 2010

¡Fuerza Chile!



Bruno Sandoval, artesano de Talca, el símbolo de la esperanza y la voluntad de Chile para reponerse del terremoto. Magnífica foto del reportero Roberto Candia, para Associated Press. Un ícono que quedará para la historia.