Un paso por dos comunidades en el corazón de Castilla La
Mancha, España.
¿Podríamos imaginarnos un
municipio con 80, 140 o 1.000 habitantes?... En España, sí. Unos días de paso
por Castilla La Mancha, donde los gigantes molinos enfrentados antiguamente por
el Quijote hoy son reemplazados por parques eólicos con molinos modernos pero
igualmente enormes, me permitieron vivir y convivir el aire de dos pequeñas
ciudades de la España de crisis, pero también de la España de valores y
bondades.
Castillo de Alarcón, un vestigio medieval |
Los molinos modernos que no soñó Quijote |
Domingo en Casas de Benítez |
Emigrantes, plaza principal e iglesia parroquial en Casas de Benítez |
Casas de Benitez, con mil habitantes, y pegado
al mismo, Casas de Guijarro, con apenas 80 viviendo allí.
En medio de La Mancha, con viñedos produciendo aromáticas uvas y cautivantes
vinos, con almendros y olivares esparcidos por doquier, con gente sencilla,
amable y llena de vida y cordialidad, ambas comunidades son espejo de una
España que, aún en crisis, no se olvida de la importancia de la gente. La seguridad social, esa conquista que permite
recibir gratuitamente -o casi- la atención de los mejores profesionales en los
mejores centros sanitarios y con los mejores fármacos y los mejores
tratamientos, es un cheque al portador casi milagroso en medio del trance
económico que no termina de irse pero al menos pone frente al ciudadano la
realidad que no debe una sociedad olvidar: en tiempos de mercado y
globalización, hay que crecer con cautela para no descender con brusquedad.
LA GENTE, SU VIDA, SU ESPERANZA
Nena, paradójicamente, la llaman a una de las más ancianas de
Guijarro. Tiene casi un siglo de vida y camina por las calles, asfaltadas casi
todas, de su ciudad para llegar a la Iglesia donde el Paí Rubio (sí, nuestro
Paí Rubio que tantas obras sociales promovió aquí y tan injustamente debió
dejar el país) celebra misa cada domingo, caluroso y brillante por estas épocas,
con el eficiente apoyo de los sacristanes Julián y Loli. Con su bastón y toda
de negro bajo el sol, Nena adelanta cada paso y nos cuenta que vivió toda su
vida en el pueblo, fue funcionaria de la telefónica hasta que los móviles y la
tecnología reemplazaron a las clavijas y las interconexiones manuales. Jubilada
hoy, recibe su pensión en el pueblo pero no deja de encarar trabajos
artesanales por gusto ni de recordarnos que “se
vive bien y tranquilo por aquí”.
Doña Nena en la iglesia |
Doña Nena rumbo a la Iglesia |
EL VIÑEDO MÁS GRANDE DEL MUNDO
Viñedos en Castilla la Mancha |
Cosecha entregada en la bodega cooperativa |
Ana Belén con su cosecha del día, junto al Paí Rubio |
El pueblo activa desde temprano.
Cada quien tiene un viñedo o un olivar o un almendral, o todos ellos, para
producir y ganarse la vida. Ana Belén
conduce con destreza su tractor para alcanzar su carga de morados racimos a la
bodega y procesadora de la cooperativa local. Los dos Javi, padre e hijo, y el tío José Luis vendimian codo a codo en el
campo familiar y producen en su propia bodega el vino ecológico de la comarca,
no sin antes repetir la queja generalizada de la porción de león que se llevan
los intermediarios y acopiadores en desequilibrio con el sacrificado trabajo de
los productores. De sol a sol (y aquí se pone en esta época más allá de las 21
horas) la jornada es dura pero eficaz. Castilla La Mancha es el viñedo más grande del mundo (unas 400 mil hectáreas).
Casas de Benítez y Casas de Guijarro aportan su cuota de parrales y racimos en
tal mérito.
En casa de los Parreño, el
soporte logístico y afectivo es de doña Neo, que tiene recuerdos a cada momento
hacia la hija que fue a buscar rumbos más cosmopolitas en Londres. La historia
de jóvenes que salen de la ciudad en busca de otros caminos no es extraña. Y en
algunos casos hasta sorprende, como el afán de una simpática veinteañera
Rebeca, hija de la jueza María Elpidia, de buscar alistarse en la Guardia Civil
afrontando exigentes pruebas para las pocas plazas disponibles. Jóvenes pocos y
frecuentemente escépticos, personas adultas muchas, ancianas también… Una
demografía paradigmática de una España que sigue resistiéndose al alud de la
Europa envejecida.
Niños y golosinas |
Parroquianos de Guijarro junto al Paí Rubio |
Paseo ciclista en Casas de Benítez |
Imponente interior de la iglesia parroquial de Casas de Benítez |
La inmigración no deja de
marcar a esta España profunda, aún en medio de dificultades económicas.
Vendimiadores rumanos, pakistaníes, saharianos son parte del pueblo, sobre todo
en el bar “El Jony” donde la “caña” (cerveza servida de la manija) y las tapas
relajan por las tardecitas las faenas del día. A las noches, el coqueto y
profesionalmente ornamentado bar “La Casilla” de los esposos Diego y Eugenia sirve
de encuentro casi obligado. Allí están Fernando y Mercedes, Paco y Carmen, Javi
y Neo, José Antonio y Cristina, Javier y Maricarmen, Angelínez y otros, y con
ellos el párroco amigo, siempre cercano a la gente, compartiendo anécdotas y el
fresco de la noche manchega.
LA COCINA MANCHEGA Y LAS CHARLAS NOCTURNAS
Bocadillos variados, pinchos
a pedir de boca, gambas o boquerones, jamonesde bellota, quesos manchegos o
platos más preparados, como los morteruelos conquenses o carnes de caza
(perdices o liebres) son opciones gastronómicas de la cocina regional. Partidas
de naipes, historias y narraciones, visitas de parientes, tragos compartidos
complementan las reuniones. El separatismo catalán, las votaciones en Escocia,
la fecha del fútbol, la corrupción de derecha o de izquierda, la emergencia del
partido político Podemos, la buena calidad de la
vid, las próximas elecciones de alcaldes… son temas de la tertulia entre tragos
y el fresco nocturno.
EL CASTILLO MEDIEVAL
Amigos conquenses de paseo por Alarcón |
El turismo no es una actividad extraña en la región. A pocos kilómetros de estas ciudades, tuvimos la ocasión de visitar con la agradable compañía de los amigos conquenses un castillo del Siglo XI, aún de la época de la conquista árabe, y cuyo principal ocupante fue siglos después el Marqués de Villena. Calles enrevesadas y estrechas, templos centenarios, paisajes montañosos y las edificaciones medievales luciendo su esplendor, hoy explotadas como parador turístico, regocijan el espíritu y maravillan a los ojos en la turística ciudad de Alarcón. Un buen cordero asado con vino de la región para almorzar en el restaurante "La Fragua de Vulcano", y la medida exacta de un gin tonic para refrescar la tarde en el bar interior del Castillo aderezan un tour perfecto.
Se habla mucho de la crisis,
pero un visitante de latitudes sudamericanas como yo no puede dejar de
maravillarse que aún en medio de ella, nos encontremos con pueblitos pequeños
pero con infraestructura sólida: calles pavimentadas, servicios a mano y
eficaces, atención de salud disponible y gratuita, polideportivo y pileta del
ayuntamiento que no tiene cualquier municipio de primera en Paraguay, limpieza
en las calles, orden y sentido de reciclaje en los contenedores de residuos,
iluminación por doquier, clubes de jubilados, iglesias centenarias con
interiores e interiores perfectamente conservados. En fin, mucha vida valorada,
mucha presencia de Estado en una sociedad donde la calidez sigue prestando
sentido y humanidad a la modernidad. Aún en plena crisis.
José María Costa