martes, 13 de enero de 2009

Trabajo... ¿en primer lugar?













Menos grandilocuencia y más acciones concretas

La campaña electoral del Partido Colorado para la Convención Nacional Constituyente de 1991 tenía un slogan particularmente llamativo, pero así también engañoso. “Trabajo en primer lugar”, decía aquél grito de batalla. Y mucha gente se lo creyó. La estrategia de marketing político, ideada por unos consultores extranjeros, había apuntado al centro de la necesidad de la gente y explotó bien dicho elemento para obtener para la ANR la mayoría absoluta de representantes en la Constituyente.

Casi veinte años después, la realidad sigue demostrando que aquella promesa no sólo era una publicidad engañosa sino su cumplimiento sigue incierto. Baste esto para remarcar de entrada que el problema del desempleo y la falta de generación de empleo son males heredados por el actual gobierno y no se le puede achacar responsabilidades, salvo las vinculadas al compromiso que tiene en proveer de ahora en más una estrategia de solución real y concreta a este drama social.

La “solución española” ha servido unos años. Las cifras del desempleo se estabilizaron o no variaron en demasía debido a la migración desesperada de miles de compatriotas hacia el “sueño ibérico”. Pero ahora, éste se convierte más rápida que lentamente en pesadilla. Más de 3.000 compatriotas están clamando por retornar al país porque quedaron sin empleo, sin posibilidades siquiera de vivir dignamente y sin dinero para el boleto de regreso. Están entrando o a punto de entrar a engrosar las filas de la indigencia en tierras extrañas, algo peor que hacerlo en tierras conocidas. Aquí les esperan las deudas y la falta de trabajo. Las cifras económicas muestran con datos fríos esta realidad. Las remesas de compatriotas del exterior descendieron abruptamente en más 53 millones de dólares del 2007 al 2008. Esto impactará no solamente en las familias sino en la economía local, por la reducción previsible en el consumo.

Mientras todo esto ocurre, en la escena política sigue habiendo muchas promesas pero pocas certezas. Una jornada de “planificación” del equipo gubernamental culminó con el grandilocuente anuncio de que se crearán 80.000 empleos al año. Si del tal taller hubiéramos tenido como resultados medidas concretas más que expresiones de deseo o propuestas genéricas, tal vez el anuncio hubiera resultado alentador. Pero ni en las informaciones recogidas por la prensa, ni en las entrevistas ni conferencias brindadas por el consultor contratado se han visualizado más que generalidades y propósitos que los puede escribir cualquier político medianamente formado como “paquete” electoral. Las “primicias” dadas por el asesor extranjero incluso rayan con la ironía, pues repitió como promesa y vías de solución lo que todas – TODAS- las candidaturas de las recientes elecciones tenían como propuestas en sus “programas de gobierno”: “reducción de la pobreza, inversión en obras públicas, reforma agraria integral, asistencia a grupos más vulnerables”. ¡Por Dios!, ¿hay necesidad de tanta perogrullada, encima pagada con dinero público? Enhorabuena que el gobierno, que hasta ahora se caracterizó por su falta de planificación, haya hecho unas jornadas para salvar este déficit. Pero si otra vez nos salen con las generalidades y buenos deseos de siempre…

El aluvión de compatriotas que está buscando regresar al país y los miles de jóvenes que al terminar sus estudios secundarios no hallan empleo ya no pueden esperar más discursos genéricos o proclamas que más parecen un proselitismo extemporáneo.
Mientras esto siga así, mientras abunden los discursos y no haya acciones o decisiones concretas para incrementar la inversión privada y pública, agilizar los créditos en el sector productivo, garantizar con seguridad jurídica el ingreso y la inversión de capitales, desburocratizar la formación y sostenimiento de microempresas, facilitar el primer empleo, desalentar la especulación y estimular la inversión, promover la industrialización de materias primas, estimular la instalación de industrias electrointensivas, las fuentes de empleo seguirán sin aparecer. Al menos para los que no son sobrinos privilegiados y “también tienen derecho a trabajar”…

José María Costa

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