Lo que voy comentar no es nada nuevo. Es más, tiene años, décadas y quizás siglos de existencia. Se trata de la vocación innata para joder a la gente de la cual hacen gala políticos, autoridades y funcionarios públicos. Es, vale aclarar, una costumbre generalizada que, como tal, también admite sus excepciones, a las cuales no me voy a referir.
¿Quién no se ha sentido alguna vez “jodido” por estos personajes o por las normas que los mismos aprueban, reglamentan o inventan en medio de sus funciones? ¿Qué ciudadano puede tirar la primera piedra y decir “nunca me he sentido molestado, engañado o denigrado” por el alguno de estos personajes o por la excesiva e innecesaria burocracia en alguna tramitación pública? Pues bien, aquí traigo a colación algunas de estas situaciones, más o menos recientes o actuales, en las cuales exuda la capacidad inacabable de burócratas, políticos, autoridades o funcionarios para joder a la gente.
· La “autorización por escribanía”. El caso más reciente fue el de la exigencia –ilegal e innecesaria- de la Policía Municipal de Tránsito (antes también encarada por su par la Policía Caminera y la Policía Nacional) de portar una “autorización por escribanía” para la conducción de autovehículos de terceros. Finalmente se comprobó que era una exigencia ilegal.. por lo cual temo que, como las ganas de joder tienen sus cuotas de poder, próximamente algún legislador la vuelva legal.
· El oneroso “certificado de antecedentes”. Decenas de instituciones públicas te piden el Certificado de Antecedentes Policiales –y en algunos casos incluso el de Antecedentes Judiciales- para cualquier trámite de morondanga. O para apenas tener acceso a participar de un concurso para un empleo público (eso no quiere decir necesariamente ser contratado). El Estado te hace pagar cerca de 15 mil guaraníes en el primer caso, o 50 mil en el segundo, o sumados unos 65 mil, para que el ciudadano le provea al Estado una información que la tiene el Estado! Si esto no es vocación para joder y para recaudar a costa de la gente…
· Gastos innecesarios para becas destinadas a “jóvenes de escasos recursos”. Sumado a lo anterior, vemos que entre los requisitos de las pomposamente llamadas “Becas del Bicentenario” (hasta en esto seguimos copiando a los argentinos) está también presentar el “Certificados de Antecedentes Policiales (original)”. Pregunta: ¿Y no se trata pio de que los beneficiarios son justamente jóvenes de escasos recursos? ¿Y no se podría aunque sea admitir una copia así no se desprenden de su original? ¿O no se podría poner como exigencia, como alguien sugirió, que si un joven fuera elegido, allí presente su certificado para que le sea acreditada la beca? Pomposamente, Itaipú dice que proveerá incluso dinero para manutención de los chicos, pero al chico pobre le cuesta mucho más esos 15 o 20 mil Gs. del Certificado que lo que a Itaipú solventar los 9 a 10 millones que costaría ese documento para todos los postulantes juntos. O le costaría menos que alguien inteligente elabore unas condiciones de acceso más amplias y menos burocratófilas.
· “Presentar nota por mesa de entrada”. En cuanta Municipalidad o institución pública que se precie de postular al Premio Mayor a la Burocracia, cuando un ciudadano llama por teléfono para hacer un reclamo le dicen (si llegan a atender el teléfono) “Debe concurrir en horas de oficina y presentar su pedido en Mesa de Entrada”. El “mesadeentradismo” es un recurso desarrollado para desalentar a cualquiera: filas y horas de espera, atención con elevado nivel técnico en materia de desagradibilidad, respuesta nunca entregada o perdida en el túnel témporo-espacial, etc. ¿Qué le costaría a las instituciones aceptar o vehiculizar reclamos o pedidos por vías tecnológicas más rápidas, eficaces o cómodas? Insisto, me refiero a lo general, no a las excepciones que, por suerte, ya empiezan a verse.
· Cobrar más a los que ya pagan, para que los que no pagan sigan impunes. La tendencia habitual de toda administración burocrática (a nivel nacional o municipal) es apretar el torniquete impositivo a los pelotudos contribuyentes que ya están pagando sus impuestos, antes que tratar de combatir la evasión y hacer pagar a los evasores. Léase esto en materia de impuestos nacionales o tributos municipales. Cortados por la misma tijera angurrienta que se alimenta, valga paradoja, justamente con el dinero de quienes son sus víctimas.
· El imperio de lo informal gracias al gobierno municipal. La Municipalidad a la cual los ciudadanos honestos sostienen con sus impuestos abdica de su vocación de servicio para favorecer a las mafias organizadas y monopólicas de taxistas, “cuidacoches”, “ocupas” y demás… Total, ellos constituyen votos organizados para las elecciones, y los ciudadanos contribuyentes no: son apenas cifras en el presupuesto de ingresos.
En fin, para no extenderme tanto, prefiero parar allí. ¿Tiene Ud. algún caso de “ganas de joder” del cual es víctima frecuente en medio de su relación con el omnipotente Estado?
José María Costa
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