Videoconferencias por aquí. Videoconferencias por allá.
Nadie puede negar que incorporar las nuevas tecnologías a la gestión de gobierno sea una imperiosa necesidad de los nuevos tiempos. Dichos instrumentos son beneficiosos para buscar una mayor amplitud en la comunicación con la gente y en la rapidez y eficiencia de la gestión pública.
Pero el riesgo es que las nuevas tecnologías se conviertan en excusa para que los gobernantes se aíslen de la gente, de sus necesidades y de sus reclamos. No por “tecnológico” o “moderno”, que se muestre un gobernante usando instrumentos de última generación, debería olvidarse que los basamentos de su poder, que es conceptualmente una “delegación” del poder de la gente. Gobernar en democracia es auscultar las esperanzas de la gente y actuar en consecuencia. Es ser coherente con los propios compromisos radicados cuando se pidió y obtuvo el apoyo electoral en las urnas. Y esto requiere sustancia, no sólo cáscara modernista o snobista.
La videoconferencia de Lugo con Cristina fue “noticia” por la innovación en la forma… pero dejó la misma o peor frustración de siempre por el fondo. En el Bicentenario de la Independencia, se percibió tecnológicamente que las bases de nuestra soberanía quedaron una vez más resquebrajadas por la pusilanimidad diplomática de quienes nos gobiernan. Las promesas y alharacas de “soberanía”, una vez más, quedaron sepultadas bajo la pleitesía ideológica.
Cuando en el fondo hay convicción patriótica, la tecnología no tiene importancia. Los próceres de mayo no precisaron una videoconferencia con la Junta Porteña de 1811. La nota de aquél 20 de julio requirió tiempo en llegar “ashá”. No tuvo satélites disponibles, apenas caballos y mensajeros por postas. Pero tuvo valentía, patriotismo y entereza. Y aunque tardó en llegar a destino, fue eficaz para sustentar nuestra verdadera soberanía.
La “moda” videoconferencista se ha instalado en el gobierno. Pero aparentemente no en beneficio de la mejor comunicación, la mayor participación o la eficacia en la gestión. Se ha instalado como pretexto para tomar distancia de la gente. Se ha impuesto para tratar de disfrazar con formas tecnológicas la falta de sustancia patriótica, de compromiso verdadero con el país. Se ha desplegado con la vana ilusión de ocultar quizás con el maquillaje tecnológico los forúnculos y las espinillas de un rostro gubernamental con demasiadas arrugas de incongruencia y falsedades.
En la era de Lugo You Tube… la gente tiene necesita menos snobismo tecnológico vacío de contenidos, y más coherencia y cumplimiento de compromisos asumidos. Con o sin videoconferencias, pero que lleguen en la realidad y no sigan en el limbo de la virtualidad.
¿O qué opinan Uds.?
José María Costa
(Publicado en "Blogueo, luego existo" - ABC Digital, agosto/2011)
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