Yo decididamente tuitearé el domingo 21 los resultados de
boca de urna a medida que tenga conocimiento de los mismos. Y aquí expongo mis
razones.
No se trata de un capricho o de una mera rebelión adolescente
contra los artículos
305 y 306 del Código Electoral. No. Se trata de enarbolar y defender un
principio sustancial de la vida democrática, la libertad, por encima de los
prejuicios, los miedos y hasta la irracionalidad de quienes, garrote legal en
mano, adscriben y suscriben normas que violan un derecho humano básico y la
propia Constitución Nacional. Se trata de libertad de expresión, de libertad de
información versus una coacción inútil, innecesaria e inconstitucional
lamentablemente persistente y para la cual el Ministerio
Público se sigue prestando de una manera ridícula y tozuda.
El miedo a la libertad nos puede llevar a cometer muchos
errores. Pero prefiero que los errores surjan por tener y ejercer la más amplia
libertad, que por carecer de ella o porque la represión se haya instalado en
nuestra mentes, nuestros espíritus o nuestra sociedad.
Aquí expongo mis motivos para tuitear este domingo 21 los resultados
de boca de urna.
1.
El valor de la información en la
democracia y en el proceso electoral. El voto es la
expresión excelsa del ciudadano, para constituir la sociedad democrática,
donde, según el criterio irrebatible, el pueblo ejerce su soberanía y elige sus
representantes para que gobiernen dicha sociedad según su mandato. Si el voto
no tiene el sustento de la información, es un mero acto mecánico. El voto, para
que tenga sentido, supone que contenga ELECCIÓN. La elección, optar por algo o
por alguien, se hace a partir del sentimiento y/o de la razón, y para que
éstos, conjuntamente o por separados, tengan sustento, precisan INFORMACIÓN. Yo
quiero o me gusta algo si previamente en mis sentimientos se han consolidado
hechos o experiencias que me hacen tener simpatía con ello. Y de la misma
forma, racionalmente puedo optar por algo si previamente recibo información que
facilite y fundamente mi decisión. En síntesis, coartar la información para el
elector es tratar de reducir su protagonismo a un ejercicio mecánico del voto.
2.
Las encuestas proveen información al
elector. En puridad,
las encuestas y sondeos de opinión proveen la información acerca de lo que
piensa el resto de la sociedad de la cual es parte el mismo elector. Desechemos,
a este efecto, la excusa de que “aquí las encuestas están amañadas o son armas
de marketing electoral”, pues equivaldría a decir que porque “existen malos
periodistas o malos periódicos” debiéramos prohibir los medios de comunicación
o coartar la libertad de prensa. Pero además, el libre flujo de los datos y las
informaciones, esto es en este caso, de las encuestas y sondeos, hará que
queden evidentes cuáles realmente son serias y fundadas. La construcción de
credibilidad y confianza en la democracia y en los valores de ésta no se hace
por imposición de dogmas o prohibiciones (la democracia no es una religión)
sino por el mayor campo de libertad que permite la convivencia y la competencia
natural de las opciones. Al mismo tiempo, aquello de que “este pueblo no está
capacitado ni educado para diferenciar entre una encuesta buena y una mala”,
nos llevaría al paternalismo medieval que ha pretendido excusar al absolutismo
de aquellos tiempos y a los dictadores de la era contemporánea. Stroessner
decía que la gente “no sabía qué le convenía” y por ello el “único líder” debía
ser el que se lo señalara e impusiera.
3.
Debemos promover la igualdad de
oportunidades para acceder a información. En la realidad, tanto en la época de veda de 15 días
previos en los que no se permite difundir encuestas como en el día de las
elecciones que los medios tienen prohibido difundir bocas de urna, los
resultados corren a través de los rumores y el ñe’embeguépe. Esto no solamente
conspira contra la confiabilidad, sino además deja en un plano de desigualdad a
los ciudadanos. Los “privilegiados” (generalmente políticos y periodistas) que
acceden a los datos están informados y la ciudadanía en general huérfana de esa
información. Levantar la prohibición pondría en plano de igualdad de acceso a
la información a todos.
Inconstitucionalidad
de las normas. Planteada la discusión jurídica de estas normas, en su
momento, la Corte Suprema de Justicia ya sentó su postura de que las mismas van
contra la constitución y violan flagrantemente la letra y el espíritu de los
artículos 26 y 28 de la Constitución Nacional. Pero además, agrego, viola el
sentido del artículo 13 de la Convención Americana de los Derechos Humanos
sobre libertad de expresión y acceso a la información.
4.
Obsolescencia, irracionalidad e inutilidad
de las normas. En
aquél acuerdo y sentencia de la Corte del 2002 se mencionaba también que las
citadas disposiciones del Código Electoral no solamente eran inconstitucionales,
sino básicamente inútiles y obsoletas habida cuenta el mundo globalizado y la
creciente presencia de internet en el flujo de las comunicaciones de las
personas y las sociedades. Y agreguemos que esta crítica se fortalece y
reafirma hoy día por el mayor crecimiento de internet y las redes sociales en
nuestro país, sino además porque en esta elección también ya están involucrados
compatriotas que viven en el extranjero. Bastaría que el paraguayo Juan
Pérez que vive en New York y vota allá se decidiera a difundir y re-difundir
las encuestas y bocas de urna para que se compruebe la total inutilidad y obsolescencia
de la norma. Por otro lado, la prueba más evidente de la irracionalidad de esta
prohibición fue dada por ciertos fiscales al sostener que los medios tienen
prohibido difundir los sondeos, no así un ciudadano común vía redes sociales.
La confusión es producto de la sinrazón.
Por todo ello, y porque creo que con
este tipo de ejercicio de libertades estaremos propiciando realmente el
crecimiento y la fortaleza cívica de nuestro pueblo –no con prohibiciones, sino
con libertad- este domingo
21 tuitearé resultado de boca de urna. Y espero que otros más lo hagan ¿Se
suman a esta campaña?
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