Ahora todos los creadores del monstruo quieren culpar a cualquiera de los
errores cometidos… de las improvisaciones ejercidas con alevosía… del mejunje
legal y el berenjenal presupuestario provocado…del malparido cuerpo legal hecho
con buenas intenciones pero con males retazos y peores imprevisiones… Ahora…
Ahora Paraguay…
Cuando algunos alzamos las voces
críticas y señalamos los errores y las consecuencias nefastas que
podrían tener varios artículos del proyecto de Ley FONACIDE, ciertos referentes del proyecto, que también de algunas de
las ONGs muy “interesadas” en el mismo, se escandalizaron, se rasgaron las
vestiduras, blandieron sus voces y plumas (las de escribir) y acusaron a los
críticos de todo… hasta de supuestamente defender intereses multinacionales…
Todo ello, con la misma inexactitud, liviandad e improvisación con las que
promovieron el aludido proyecto de ley. Sin ton ni son. Sin mesura ni capacidad
de previsión. Sin medir las consecuencias ni prever el descalabro que podrían
causar.
Hoy día, y gracias a la pusilanimidad
ya enciclopédica de los políticos y especialmente legisladores cuando algunos
periodistas o cierta prensa blande sus páginas en pro o en contra de algo, el
monstruo vive y goza de buena salud. Frankenstein Fonacide se pasea a sus
anchas, mientras los majestuosos propósitos enarbolados con su creación siguen
sin poder ser cumplidos. Y peor, habiendo causado incluso que nada menos que la
política educacional del país se pulverizara y las responsabilidades sobre la
misma se desperdigaran al punto de que nadie sabe qué hacer, cómo hacer y mucho
menos para qué hacer. Quedó un archipiélago de responsabilidades que no tiene
un timón, una conducción, una línea estratégica… y menos tendrá una ejecución.
En este mejunje, resultan altamente culpables algunas organizaciones “de la
sociedad civil”, con angurrias mal disimuladas y pretensiones de pontífices,
apoyadas en algún que otro periodista con similares méritos. Tal vanidad hubo
que ni expertos ni estudiosos de la educación, con aquilatadas experiencias,
fueron consultados ni atendidos en sus críticas y advertencias.
El interés inicial, y no negado sino
explícitamente admitido por algunos de los promotores de Frankie, ha sido sacar
al MEC su presupuesto y sus atribuciones para decidir sobre política
educacional… más explícitamente, según se podía ver en el proyecto original, en
cuanto a la incorporación de TICs en la educación. Como esta última intención,
tan burda, debió luego ser disimulada, quedó pendiente lo otro, el problema
general de la política educacional. Un Ministerio de Educación que no puede
ejecutar por sí un presupuesto que incluso no le dan, ¿qué política educacional
puede desarrollar?
Nuevos chivos expiatorios
Pero la cosa no paró allí, como no
pudieron hacerlo con el MEC, “tiraron” el fardo hacia Municipios y
Gobernaciones, obligándolos por ley a supuestamente “ejecutar” el 80% de los
royalties en infraestructura y almuerzo escolar para escuelas cuyas administraciones
no pertenecen ni a municipios ni a gobernaciones, sin entender que el proceso
burocrático de transferencias desde Hacienda a los gobiernos locales es mucho,
muchísimo más complicado que a una entidad central como el MEC. Y sin medir que
los mecanismos de ejecución, con sus procesos imbricados, se multiplicarían por
200. ¿No conocían esto los autores? Si lo sabían y actuaron adrede, culpables.
Si no lo sabían y propusieron lo que se plasmó en la ley, improvisados.
Zapatero a tus zapatos. Hoy dicen que el problema de la no ejecución está en
los municipios y gobernaciones, tratando de salvar la propia
irresponsabilidad-improvisación-negligencia-ineptitud demostrada a la hora de
autoproclamarse legisladores.
De buenas intenciones está empedrado
el camino al infierno del Estado ineficiente. Y si los empedradores son referentes
de la “sociedad civil”, algunos de los cuales lograron ubicarse luego como consejeros del FONACIDE, cómo no estarán contentos los ya de
por sí ineptos políticos que con esto nos terminarán enrostrando, a la sociedad
civil real, aquella que no presume ni pretende saberlo todo, las consecuencias
de un monstruo legal que termina empeorando, en la práctica, la ya de por sí deteriorada
situación de la educación.
Blindar fondos para la educación, o
para cualquier necesidad real y urgente de la sociedad, es una buena idea. Como
lo era la del Dr. Frankenstein al proyectar su criatura humanoide en la
búsqueda de la supervivencia. Pero como en la novela decimonónica de Mary
Shelley, la criatura legal superó a sus presuntuosos autores y causó estragos
en la educación. Lección divina contra la vanidad humana. Lastimosamente, los
inocentes niños y jóvenes pagan por los responsables, por los verdaderos
responsables de este malparido monstruo.
José María Costa
"Pusilanimidad ya enciclopédica de los políticos y especialmente legisladores"... excelente descripción Prof... ya han lanzado varios Fankies aunque esto ya es patear contra el futuro, una lástima, ojalá pueda ser revisado lo antes posible...
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