lunes, 29 de octubre de 2007

Galavernología


Explicación mágica de todo el universo político

¿Tiene tanto poder como los medios de comunicación le atribuyen? ¿Es espantavotos o cazainfluencias? ¿Sería senador por quinto período si no fuera por ser un pliegue más de las “listas sábanas”? Cuando uno hace un repaso de los hechos políticos de una o dos semanas, difícilmente no termine haciéndose estas y otras preguntas con respecto a un protagonista que se ha constituido en “pop star” obligado de los medios de comunicación: Juan Carlos Galaverna.

No precisa Galaverna hablar mucho o alto (que de eso sí que sabe) o tirar más bocanadas de humo de lo habitual para convertirse en referente obligado de cuanto análisis surja sobre la coyuntura política. Quien más se precie le descubre al menos dos o tres “influencias extrañas” o acciones maquiavélicas al día. El periodista que no lo nombre como involucrado en algún tejemaneje ya puede ir pidiendo su pase a la sección “variedades”, Es notable cómo influyen los medios de prensa en la construcción del imaginario político. Y como se retroalimentan las propias agendas alrededor de un personaje altamente cuestionado pero a la vez profundamente favorecido por una mediatización de su figura como “poderosa” dentro del esquema electoral. Algo, por supuesto, que tiene rentabilidad entre un electorado que busca tendotás y caudillos para que le solucionen sus problemas.

El “monstruo” agrandado por sus enemigos

No seremos ingenuos en desconocer el protagonismo que tiene este político que hizo sus pininos como intendente designado por Stroessner y logró luego credencial antidictatorial en las últimas épocas tiranosáuricas (como muchos). Su fama de Rasputín republicano bien la ganó cimentando y dando voz (vozarrón en la mayoría de los casos) al rodriguismo primero y luego al wasmosismo, para finalmente recalar en puertos del argañismo y del nicanorismo, sucesivamente.

Pero, ¿hasta qué punto Galaverna tiene el poder que le atribuyen sus propios enemigos políticos, tanto colorados como opositores? ¿O hasta qué punto las supuestas redes de influjos y poder no son apenas urdimbre de una visión obsesiva de medios y periodistas con respecto a este político colorado? A juzgar por la prensa, Cale es fuente y sujeto, causa y efecto de cuanta negociación, imposición, nombramiento, gestión o tendencia que se produzca en la escena política.

De acuerdo al nivel de obsesión, los tentáculos de su poder alcanzan desde el oficialismo partidario hasta la oposición, de norte a sur de la escena, de derecha a izquierda, de arriba abajo. Le atribuyen el nombramiento de jueces, la aprobación de un presupuesto, la obtención de un zoquete, la liberación de Oviedo, eré eréa. No sorprendería que pronto alguien le adjudicara influencia para mover el mercurio de los termómetros, ocasionar un eclipse solar o provocar el derrumbe del precio del tomate.

Da la apariencia de que el infantilismo político de algunos les mueve a crear y recrear un “monstruo” con el cual encarnar todos sus miedos y al cual aborrecer con todos sus sentidos. Parece que sin “lobo feroz” la Caperucita opositora no tendría sentido. Y de esto se percata el propio Galaverna, cuya habilidad es notoria para quitar rédito de esta obsesiva tendencia a “galavernizar” cuanto incidente o circunstancia suceda en el escenario político.

Tal vez se acuse a esta columna de caer en el mismo juego, pero aprovecho esta última línea para decir que justamente creía oportuno presentar este punto de vista para desde el mismo empezar a relativizar una figura y un “poder” que, creo, en gran medida, tiene más ingredientes de fábula mediática y menos de verdad política.

José María Costa

lunes, 22 de octubre de 2007

Astrea independiente


El largo camino a la despartidización judicial

No es con proclamas ni reclamos, sino con hechos concretos y actitudes sinceras que se va a ir construyendo la independencia del Poder Judicial en el Paraguay. No basta ser opositor ni disidente, ni estar al frente de una oenegé pseudo progresista. No se agota en el cuoteo matemático en cargos ni en la renuncia “ética” de jueces a sus afiliaciones partidarias. La independencia judicial necesita mucho más para construirse, y aún más para consolidarse en un país cuya justicia vivió décadas sojuzgada a los intereses de un dictador y luego, apenas “pluralizada” mediante un pacto de gobernabilidad que impuso cupos multicolores pero no logró despojarla de las presiones ilegítimas de los grupos políticos. Menos aún de los de otros sectores de poder, algunos de ellos visibles y otros secretos.

Para la independencia de la Justicia se precisa construir sobre la base de dos ejes: la independencia de los magistrados y la autonomía institucional.
Se precisa proteger a sus operadores –los magistrados- con reaseguros eficaces frente al poder de los operadores políticos. Esto se logra con la inamovilidad en el cargo. Y también se precisa dar autarquía real (desde su diseño y elaboración hasta su ejecución) al presupuesto judicial, para evitar las injerencias políticas que presionan por cargos y rubros en forma de “cupos partidarios”, y por recortes con sentido de “castigo”.

En lo primero, fueron los propios opositores quienes dieron al Ejecutivo las armas para someter a la justicia en el 2003 al avalar un desprolijo y politizado descabezamiento de la Corte Suprema de Justicia. Con la sed de porciones “propias” que tenía la nueva dirigencia opositora, el nuevo oficialismo colorado logró fácilmente el proceso que, aunque incorporó nuevas y relevantes figuras a la Corte, no hizo sino consolidar la preeminencia político-partidaria en la designación de magistrados. Rabiosos por cualquier atisbo de independencia judicial, los legisladores incluso llegaron a exigir a los candidatos a ministros que admitan públicamente que sus mandatos serían de cinco años… E pur si mouve… Años después, con las magistraturas más consolidadas y las fuerzas políticas desperdigadas, se logró reinstalar la teoría –constitucional, por cierto- de la inamovilidad de los ministros de la Corte hasta los 75 años de edad, lo que no supone vitaliciado ni impunidad pues el juicio político sigue siendo el mecanismo constitucional para la destitución en caso de mal desempeño.

La elección de tres magistrados de carrera en la terna para nuevo ministro de la Corte, todos ellos ya con el beneficio de la inamovilidad constitucional en el cargo por consecuencia de sus sucesivas confirmaciones, alienta el proceso que no será nunca bien visto por los políticos que pierden el mango de la sartén. Hasta resulta relevante que no haya exponentes políticos en ella ni se haya recurrido a integrar una terna con sentido de “cupos” (como algunos cínicamente siguen reclamando). Con esto, es cierto, no se acabarán los vientos de influencia política, pero Astrea irá teniendo al menos un escudo más fuerte ante los lanzazos partidarios. Con ello, la justicia eficaz irá dependiendo cada vez más de la actitud soberana de sus magistrados y cada vez menos de la tolerancia o el influjo de los políticos. Eso, definitivamente, es un paso adelante.

Autonomía presupuestaria, otra clave

El otro componente, el de la autonomía presupuestaria, también es un camino largo por andar. Si leyéramos con sentido directo e integral el articulo 249 de la Constitución, cada año se viola el principio de autonomía presupuestaria con el sometimiento del diseño y la ejecución del Presupuesto Judicial tanto al Poder Ejecutivo (como si fuera cualquier otro ministerio) como al Legislativo (que anualmente lo destroza, lo amplia o lo reduce según su antojo, y solo tiene atribución de “aprobarlo” según la carta magna).

No creamos que será fácil tener una Justicia independiente. Tampoco creamos que las dificultades para no alcanzarla tendrán un solo color. Sin embargo, analicemos bien cuáles son los pasos que nos orientan hacia ella, y cuáles son apenas reclamos fútiles o cínicos que en realidad esconden la ansiedad de sectores políticos por no perder los hilos verdaderos del influjo en la Justicia.

José María Costa

lunes, 8 de octubre de 2007

La asesora perfecta


María Sol: Del brillo enceguecedor al ocaso tempranero

Muchos hablaron más de su belleza que de su inteligencia, como suele suceder en latitudes machistas como éstas. Otros optaron por disfrazar la sorpresa con pretendida erudición y hasta algunos ensayaron una vez más el deporte más popular de los paraguayos (después del fútbol), la futurología política.

La noticia de que Lugo tendría una asesora ecuatoriana, la misma que trabajó en la campaña del presidente Rafael Correa, se instaló en la polémica. Y no sin razón. Es que Lugo, quien para meter la pata ya ha demostrado tener mejores cualidades que para estar informado, admitió que la venida de la “asesora” era un “ofrecimiento” del propio Correa.

Pero la cosa no paró aquí. La propia asesora, de quien podríamos haber esperado algo más de tino político o al menos una pizca de astucia comunicativa, selló el acto de “sincericidio” señalando que su jefe, el Vicepresidente ecuatoriano, daría “la orden” para concretar dicho “ofrecimiento” cuyos costos asumiría el gobierno de aquél país (incrédulos y fanáticos, pueden recurrir a las transcripciones de la entrevista realizada por Rino Giret y Diego Martínez en el Programa “Primera Fila”, de Radio 970)

Buenos argumentos para el enemigo

En medio del uso de avionetas y otros bienes del Estado para fines proselitistas; en un escenario plagado de denuncias de presiones y extorsiones políticas en beneficio de ciertas candidaturas; en la espesura tenebrosa de las oscuridades que marcan el financiamiento de las campañas electorales… ¿por qué sería relevante este hecho? ¿Por qué importaría más que todo ello la cándida admisión de la preparación alevosa y premeditada de una violación constitucional y un delito electoral?

Evidentemente, tantas manchas el tigre tiene que una más no le hace daño a nadie. Pero si fuera albino –o quisiera serlo- la cuestión cambia.

Para reclamar y proclamar el cambio, no bastan las palabras ni los buenos propósitos. Se esperan actitudes y compromisos, acciones y evidencias. Lugo puede seguir pretendiendo “no estar informado” de ciertas noticias (como sucedió con la noticia de un secuestro, no precisamente de García Marquez). Puede no conocer o preferir hacerse del desentendido sobre las irregularidades en el uso de bienes públicos en actos proselitistas, o sobre la presencia de jefes policiales en actos partidarios. Pero no puede desconocer ni hacerse el desentendido respecto a la expectativa que ha generado y sobre la cual debe rendir cuentas, ya como candidato y ni qué decir como autoridad si fuera electo.


El candidato perfecto


El “candidato perfecto” (así se llama el libro de la asesora María Sol Cuellar) no será el que vive ocultando sus intenciones ni el que practica el ñembotavy como estrategia aliancista. Al menos aquí, el “candidato perfecto” que necesitamos es alguien creíble pero a la vez predecible. Para lo contrario, ya ha habido bastante… y sigue habiendo en el escaparate de la política criolla.

Sabemos que es difícil tener un “candidato perfecto”. María Sol Cuellar tal vez haya podido escribir un libro sobre ello. Pero aquí, apenas ha demostrado ser una “asesora perfecta” para su asesorado: el mensaje dejado es que a ambos no parece importarles ser esclavos de la Constitución. Claro, Sol no está obligada a ello. Pero Lugo sí, y mucha gente espera que ése sea el verdadero cambio que él proclame y protagonice: hacer que la ley triunfe sobre la ilegalidad. Empezando por no recibir aportes o asesores pagados por gobiernos extranjeros con delirios neo imperialistas.


José María Costa

martes, 2 de octubre de 2007

Dictadura orkut-fóbica

Resabios autoritarios en medio del silencio de los políticos

La noticia había corrido como reguero de pólvora entre los estudiantes, en su mayoría preadolescentes. La directora del colegio había decidido “prohibir” el uso de orkut a los alumnos, porque encontraron en una página del ya famoso sitio de Internet una comunidad de internautas que denostaba contra la institución, contra los profesores y contra los directivos. Finalmente, todo quedó en la nada… Nadie pudo prohibir nada.
Fue entonces que tomé contacto con esa nueva moda internética, la estudié, la aprendí a utilizar, y hoy la aprovecho para comunicarme con gran parte de mis estudiantes universitarios.
Las voces levantadas en estos días pidiendo la hoguera para esta “maquina infernal” de Internet me parecen conocidas. Son las mismas que pudieron haberse escuchado en el oscurantismo medieval o premoderno en contra de quienes sostenían que la Tierra giraba alrededor del Sol, o en el siglo 18 cuando todavía debía “pedirse permiso” a la autoridad eclesial o real para imprimir un libro.
El totalitarismo tiene mil y una formas de expresarse. Y una de sus principales, valga la paradoja, es coartando la libertad de expresión ajena. Así ha ocurrido a lo largo de la historia humana. Orkut, las historias del Marqués de Sade, Internet, las propuestas reformistas de Lutero, los libros “subversivos” de la resistencia antistronista, las ondas radiales de Ñandutí, el estreno teatral de “San Fernando”… todos tienen un común denominador: haber confrontado la libertad de expresión con las pretensiones dictatoriales y autocráticas.
Hace unas semanas, en España un juez prohibió la circulación del Semanario “Jueves” por traer en su portada una caricatura “injuriosa” del Príncipe Felipe y su esposa. En la península se desató toda una polémica al respecto. Pero lo que más resaltó en dicha ocasión fue la absoluta inutilidad de la prohibición: mientras todos lo ejemplares del Semanario eran confiscados en los kioscos, los demás medios reproducían en sus páginas de Internet e impresas la misma caricatura objeto de la censura. Y es así, en estos tiempos modernos, la censura no sólo es política y moralmente execrable sino funcionalmente inútil.

¿Qué modelo de sociedad queremos?

Orkut o no orkut. Esa no es la cuestión. Este no es un “problema de colegios chuchis” o de fanáticos internautas… Es un problema que a nivel de familia o instituciones educativas debe resolverse fomentando valores y no censurando páginas. Y en medio de la batahola que se ha armado por las agresiones verbales entre estudiantes a través de orkut y las banderas de censura agitadas por algunos, sería bueno conocer qué opinan los candidatos políticos (que hoy día congestionan por cantidades las vías circulatorias de nuestra democracia) sobre esta nueva propuesta autoritaria que ronda el escenario.
En el fondo de esta discusión está en realidad la confrontación entre dos modos de concebir la sociedad: una concepción democrática y otra autoritaria.
La democracia sólo puede fortalecerse con más democracia, no con medidas totalitarias aún cuando se disfracen de falsos moralismos o invoquen buenos propósitos. La dictadura es siempre la misma, aunque se ataque un libro, un periódico, un canal de televisión “subversivo” o una página de Internet. Quienes tienen afanes autoritarios muchas veces confunden adrede la herramienta con sus usos a fin de imponer sus ideas y opiniones cercenando las ajenas que se les contraponen y no pueden rebatir.
El liberalismo ideológico nos legó un principio radical: la libre circulación de ideas y opiniones es esencial para la democracia. Aún cuando ellas transmitan error o agravien a otros, no se debe recurrir como remedio a la censura previa. Ésta fue y sigue siendo solamente un arma para los dictadores, tanto en tiempos de los papiros como en los de Internet.