miércoles, 19 de diciembre de 2007

Presidentes encuestocráticos


Tu voto vale (debería valer) más que una boca de urna

“¡El pueblo se ha expresado!”, dijo Juan Pérez al autoproclamarse nuevo Presidente de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Las “bocas de urnas” de todos los medios de comunicación coincidieron en darle a Pérez, candidato del Partido Divertido, una ventaja “absoluta” de entre 1 y 3,7 % sobre el candidato José González, del Partido Aburrido.

“Este es el triunfo de la democracia!”, dijo Pérez y transmitieron su proclamación todos los canales de televisión que seguían poniendo en teleprinter los resultados de sus respectivos sondeos. Por la magia de la televisión, el ganador extraoficial se convertía en oficial.

Allá en la soledad de la Justicia Electoral, las papeletas electrónicas (un híbrido de urnas y papeletas inventado para evitar el fraude) seguían llegando para tratar de comprobar si los votos eran lo que decían las bocas de urnas. Sudaban los informáticos porque los resultados no coincidían… “¿Qué haremos?”, se preguntaban. “Tranquilos”, decía el supremo presidente del tribunal supremo, “sigamos las tendencias y nadie saldrá herido”.

El candidato perdedor, según los sondeos hechos con 1.200 casos, pedía a voz en cuello que haya “seriedad” y se espere el resultado del escrutinio de los 3.700.000 votos… Nadie le hacía caso. ¿Para qué esperar tanto si ya teníamos Presidente “fast food” autoproclamado y confirmado por la prensa? Purete, ¿verdad?

“Lo dicen los diarios. Lo dice la gente. Pérez Presidente”, repitió el spot televisivo y a renglón seguido, entre flashes y petardos, volvía a aparecer Pérez, quien, en honor a la paz social, anunció que nombraría canciller a su inmediato seguidor. La ventaja era mínima pero “irreversible” según el último “corte” del sondeo propalado por el Canal de la Verdad, que a estas alturas, pasada la hora y media de haber terminado las votaciones, ya volvió a transmitir la final intercontinental de “Votando por un dueño”.

Las empresas encuestadoras pasaron de mefistofélicas a angelicales, o viceversa, según eran los perdedores o los ganadores quienes opinaban. Para los primeros, los perdedores, había un catálogo de excusas (“el aparato influye en un 15 %”; “las encuestas son fotografía de un momento”; “si había una participación de más de 45, 78 % las cifras iban nomás luego a varias”, etc.) Para los segundos, los ganadores, había nuevas variedades de sondeos para ofrecer.

José González, apabullado por el anuncio intempestivo de una supuesta derrota, vio como se le desbandaba su gente que debía quedar en las mesas de votaciones para escrutar los votos. Sus apoderados en el órgano electoral fueron abandonando uno a uno sus puestos. Todos decidían, presionados por la contundencia de las informaciones ir a “sumarse a la victoria” antes que seguir contando. ¿Para qué esperar si lo que vale es lo que dicen los medios?...

Mirando la tele en su casa, cerca ya de medianoche, Don Simón, que a sus 60 fue orgulloso a votar una vez más por su partido, no podía entender qué pasaba. Un canal proclamaba a uno, luego a otro, el otro canal hacía lo mismo, pero en sentido contrario. El candidato “perdedor” del momento pedía calma y seriedad, y a renglón seguido daba resultados “favorables”. El que primero gritó victoria ahora reclamaba contra las bocas de urnas… Uno tercero pedía que se respeten… los resultados de la boca de urna que él contrató. Todos jugaron con fuego y terminaron incendiados.

”En mis tiempos esto no sucedía”, se dijo Don Simón… “Éramos felices sin bocas de urnas ni encuestas, y no lo sabíamos”…

(Crónica de un día de votaciones en Encuestolandia. Cualquier semejanza con un futuro indeseado, es mero pesimismo o tremendo fatalismo)

José María Costa

Encuesticidio liberal

Una elección que renueva la fe en el voto

Acribilladas a votos. Así murieron las encuestas y sus respectivas credibilidades ayer. Fue un encuesticidio sorpresivo para muchos, pero presagiable en un país en el que el rigor científico es artículo de lujo y la manipulación es moneda de uso corriente en política.

Las excusas no faltaron. Que los sondeos son “fotografía de un momento y nada más”. Que no son un “arte de adivinación”. Que “la estructura partidaria marca las diferencias”. Son pretextos que no pueden ocultar el sol de una realidad absolutamente alejada de los estudios de opinión electoral divulgados en los días previos a los comicios azules.

No es la primera vez que ocurre. Y probablemente seguirá ocurriendo, pues los medios de comunicación, quienes debían haber sido celosos guardianes de su propia credibilidad, no parecen haber dimensionado el daño que se hacen con encuestas que al final hacen agua por todas partes. Ni parece preocuparles –a ellos ni a los políticos que los usan- el daño que se causa a las bases de la soberanía popular.

En un país en el que se “truchea” todo, hay que ser bastante cautos y responsables para creer, comprar –o peor- publicar encuestas que son todas similares en sus “fichas técnicas” pero nadie sabe con qué estándares de control interno cuentan para sus relevamientos de datos (eso en el caso de que lo hicieren, diría yo). Si hasta el “error probable” famoso del “+ - 5 %” es superado ampliamente por las realidades que pretendieron medir, significa que estamos ante un problema de proporciones.

Encuestocracia en el país del vaí vaínte

Pero, ¿por qué tienen “siete vidas” las encuestas en Paraguay? Sencillamente porque en este país nadie gana ni pierde reputación; hay una cultura del “vaí vaínte” que no promueve la calidad mediática ni el rigor científico; existen medios de comunicación dispuestos a canjear veracidad por espectacularidad; y sobre todo, porque hay y seguirá habiendo políticos que piensan que es más fácil hacer campaña pagando a un encuestador que conquistando votos con carisma, propuestas o coherencia política.

Que tengamos encuestas rigurosas o no, en realidad, no es el problema. Lo que resulta preocupante es el grado de sacralización de las mismas, de la mano de competiciones mediáticas que parecen olvidar que el negocio de la prensa está en su credibilidad. Salvo que algunos medios o periodistas todavía piensen que la curiyú concepcionera es apenas una anécdota para reírse y olvidar.

La prensa en Paraguay es la segunda institución más creíble (todavía lo es, pero así como vamos…) después de la Iglesia. Con ese capital, los medios irrumpen peligrosamente en el escenario electoral de la mano de “tendencias”, “encuestas”, “bocas de urnas” que son esencialmente falibles –y más aún en nuestro caso por lo ya apuntado.

Encuestas y encuestadores, por el hecho de haber sido contratados por tal o cual medio, adquieren automáticamente la certificación de infalibilidad preelectoral. Es decir, son certeros hasta que se pruebe lo contrario. Y solamente con las elecciones puede “probarse lo contrario”, generalmente ya tarde.

Una cosa real y cierta tienen las encuestas: inducen al voto. Y esta es una cualidad que, sumada a la inmoralidad vigente en el escenario político, las convierten en herramientas maquiavélicas de marketing político antes que en un recurso científico de medición de la opinión pública.

Las internas liberales han aportado un mensaje muy importante para nuestra democracia: la fuerza del voto popular. Gane quien gane, parece cursi decirlo pero es sencillamente cierto en esta ocasión, la victoria ya fue de la democracia. Ha sido un domingo de aleccionadora renovación de fe en el voto y de necesaria bofetada para quienes quieren que gobierne la encuestocracia.

José María Costa

miércoles, 5 de diciembre de 2007

La guerra de las basuras



La política que sigue reciclando pobreza

La amenaza puede resultar anecdótica: un grupo organizado de “gancheros” (trabajadores el vertedero municipal Cateura) ha decidido llevar adelante una protesta cerrando el acceso a dicho vertedero a los camiones recolectores de la Municipalidad de Asunción. ¿El motivo? Reclamar que el personal que trabaja en dichos camiones no les haga “competencia” guardando por el camino los productos reciclados que ellos esperan con paciencia y ganchos en mano en el vertedero. Lo que faltaba: tenemos en puertas una “guerra de pobres” por las migajas de basuras.
No es la primera vez que sucede, pero déjenme poner este hecho en un contexto más amplio. Hace unos días, el Gobierno se rasgó las vestiduras porque un representante de un organismo internacional (la FAO, específicamente) se mandó una “pifiada” diciendo que el nivel de pobreza era del 44%, cuando que las cifras oficiales actuales muestran que la misma se ha reducido al 38%.

Admito que las cifras oficiales parecen mostrar un avance, pero ¿se puede vanagloriar alguien de dichas estadísticas?... Pues, para quien tenga la osadía de hacerlo, allí tenemos el ejemplo de Cateura. La pobreza muestra su rostro de marginalidad y desesperación: una “guerra entre pobres” se desata por la propiedad de la basura.

En medio de la anécdota, y escuchando a los protagonistas de tan singular batalla, aprendí que el panorama de la basura como fuente de trabajo (pretencioso por demás el concepto) incluye a varias categorías de “empleo”. Están los “gancheros de Cateura”, los “recicladores” a domicilio (esos que desarrollaron la destreza de abrir las bolsas negras, hurgar en ellas y dejarlas de nuevo en sus sitios), los “botelleros” especializados, los “recicladores” de baterías, restos de bronce, cobre, etc.

Viene al caso, al respecto, señalar que este rubro, desprovisto de marcos legales adecuados puede derivar en la facilitación de actividades delictivas (el robo de cables de cobre y otros en la vía pública o en casas) o en la generación de violencias de consecuencias imprevisibles (como el caso de las confrontaciones entre gancheros y recolectores, o, quién no pueda prever, batallas callejeras entre grupos de recicladores).

Generar empleo, el verdadero desafío

El reciclaje puede ser una fuente de ingresos pero convertirlo en un medio de combate contra la pobreza, o peor, permitir que sea un motivo de peleas entre los pobres, señalan poco menos que el fracaso de la sociedad y el Estado como articuladores del bienestar social. Esos “fantasmas” de la noche que recorren las calles en busca de plásticos, aluminio y cartones, son la revelación de la derrota de una política que no produce empleo, que no produce futuro, sino apenas escarba en la basura para “aguantar”.

Mucho que hablar puede dar el tema. Pero creo pertinente insistir en el punto central. Si la pobreza en nuestras ciudades se manifiesta con “guerras” por la propiedad de la basura, algo está mal… más allá de que las estadísticas “pifien” por 4 o 6 puntos porcentuales. La pobreza no se combate reciclando datos ni basuras. Se combate generando empleo para la gente.

José María Costa

martes, 27 de noviembre de 2007

Nostalgia de cachiporras


La libertad de prensa bajo fuego cruzado

Cuando el poder se ve amenazado por la libertad, es natural que pretenda cercenarla.
Cuando el Presidente de la República, en medio de arengas vociferantes y exabruptos viscerales, habla de una “ley de prensa” nadie podría esperar que esté tratando de promover o incrementar la calidad o la cantidad de la información que provee el periodismo a la sociedad. Antes bien, este discurso y su forma de expresarlo revelan el grado de confrontación que plantea desde su posición de poder político con una institución que, contaminada o no con los males que él señala, es en definitiva una parte esencial de la democracia cuya libertad debe ser preservada.
Por eso, cuando desde el poder político hay “proclamas-cachiporras” contra la prensa, hay que estar atentos. Pero cuando un candidato a Presidente se presenta como “alternativa” y se dispara con un discurso similar, la conciencia democrática debe entrar en alerta máxima.

Tufo a censura y mordazas

No se trata de adoptar posturas anacrónicas como las de ciertos empresarios periodísticos que sostienen el perimido concepto de que “la mejor ley de prensa es la que no existe”. Ni la Sociedad Interamericana de Prensa –histórica propulsora de dicha corriente- ya sostiene eso hoy día pues admite que hay legislaciones necesarias para promover y asegurar derechos como la libertad de expresión y el acceso a la información. Por algo, la propia SIP estimula a los estados latinoamericanos a adoptar normas como éstas en beneficio de esa ciudadanía que es la verdadera razón de ser del periodismo.
Sin embargo, debemos ser cautelosos. Siempre que desde el poder se habla de “abusos” de la prensa, generalmente en el escenario se huele un tufo a censura, a mordaza, a limitaciones que no se ajustan a los parámetros constitucionales.
Reconocer que tenemos un periodismo no siempre afecto a la responsabilidad ética y frecuentemente esclavo del sensacionalismo no nos debe alejar de la defensa de dos cimientos claves para la democracia: la libertad de prensa y el derecho a la información. Aún cuando desde ella se cometan errores o haya quienes actúen con displicencia o venalidad, la prensa es fundamental para la sociedad. Y es la ciudadanía, no los políticos ni las cachiporras legales que éstos quisieran emplear, la que debe ser contralora de esa gestión.

El control desde la ciudadanía

Por eso, en una sociedad democrática es recomendable que los propios medios y los periodistas fomenten los sistemas de autorregulación ética o mecanismos como el del ombudsman de los lectores. Y si no fuera así, que desde la propia ciudadanía, o desde instituciones calificadas por su misión educativa –como la universidad-, se generen iniciativas tendientes al seguimiento y el monitoreo de la función social de la prensa. Los observatorios de medios son opciones que en una sociedad democrática ayudan a mejorar la calidad de la información propalada por la prensa sin amenazar a ésta con mordazas o censuras.
En tiempos de la dictadura, las cachiporras de madera rompían cabezas de periodistas críticos y las cachiporras legales cerraban medios de prensa. Si en la democracia alguien piensa en revivir esa forma de “controlar” a la prensa, quizás está asumiendo, sin decirlo, sus íntimas convicciones autoritarias. Que la ciudadanía tome nota.

José María Costa

lunes, 19 de noviembre de 2007

Que tu remesa valga un voto


Rescatando de la muerte cívica a millones de compatriotas

Hay votos que no valen nada. Esto, mal que nos pese, es lo que nuestro sistema constitucional les dice a millones de paraguayos que viven hoy en el extranjero.

La Constitución Nacional es la ley fundamental y la expresión del poder soberano, constituyente, de una nación. ¿Será que es realmente “expresión del pueblo” la limitación que se ha puesto en ella para evitar que los compatriotas que residen en el extranjero puedan elegir a las autoridades nacionales? Dudo que alguien pueda sostener eso. Pero es evidente que, por mezquindades sectarias y un temor indisimulado a la pérdida del poder, una mayoría circunstancial de constituyentes dispuso en 1992 que esa prohibición estuviera allí, implícita pero contundente, en la ley de leyes, castigando prácticamente con la proscripción cívica y electoral a millones de compatriotas.

Sadismo constitucional
No basta con que estén viviendo ya el dolor de no estar en su terruño o de haber dejado a sus familias. No parece suficiente que se les haya obligado al exilio económico. No resulta demasiado quizás que para poder sobrevivir hayan debido humillarse como “sudacas”, “latinos” o “paraguas” en las urbes del primer mundo o de países vecinos. No parece bastante el sufrimiento de la agonía cultural y emocional que les carcome en latitudes e idiosincrasias extrañas. No parece suficiente todo eso pues, con singular sadismo constitucional, se les tortura también con el silencio cívico, con la ausencia democrática, con el exilio electoral.

Ricardo Ramón Román es uno de esos millones de compatriotas amputados en su derecho a votar. En estos días él inició en Internet una campaña en reclamo del derecho al voto para los connacionales radicados en el exterior. Incorporado como soldado en el ejército estadounidense, Ricardo es parte del contingente norteamericano que está ocupando el territorio irakí. Su participación en un injusto conflicto bélico no deslegitima su exigencia como paraguayo.

¡Qué paradoja! Desde las tropas de un ejército invasor, el llamado a un derecho esencial de la democracia que es el voto. Pero convengamos que de paradojas está lleno este mundo globalizado según el molde impuesto por los intereses hegemónicos. Aquí, en Paraguay, hay otros intereses hegemónicos –tan perniciosos como aquellos de influjo mundial- que castigan a todo un pueblo. La ambición hegemónica del coloradismo es culpable de que los paraguayos exiliados no voten en las elecciones de su propio país. A tal punto se llevó adelante esta discriminación que en 1993 un juez llegó a prohibir en el día de elecciones el ingreso de compatriotas que venían desde la Argentina.

Votar a conciencia desde la ausencia
Días atrás, coincidente con la carta de Ricardo, se instaló en Internet una campaña que se denomina “Tu remesa vale un voto” (http://turemesavaleunvoto.blogspot.com/). El objetivo es, según sus autores, “crear un espacio donde los paraguayos que residen en el extranjero puedan unir fuerzas para lograr un cambio” y “exigir el voto a conciencia a aquellos (familiares, tíos, hermanos) que reciben las remesas de los paraguayos en el extranjero”. Llamativo, ¿no? Sin duda, la amputación electoral sólo podrá revertirse totalmente con una reforma constitucional. Pero mientras ella llega, algo se puede hacer. Y los compatriotas que viven en el exterior pueden “votar” aún desde su ausencia cívica. Quizás por allí empiece una verdadera revolución que logre cambios significativos para nuestro país, que es de todos los paraguayos y no solo de los que vivimos en él.

José María Costa

martes, 13 de noviembre de 2007

¿Por qué no te callas?


El autoritarismo no admite diálogo ni debates

El autoritarismo, sea de izquierda o de derecha, tiene mil formas de manifestarse. Todas ellas contradicen esencialmente los valores que propugna el estilo democrático y pluralista de concepción de la sociedad. Con los autoritarios, por ejemplo, no se puede debatir ni dialogar.

Lo sucedido el fin de semana en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado es un botón de muestra de cómo la prepotencia y el autoritarismo no conciben el derecho ajeno ni admiten el respeto a los demás.

El “¿por qué no te callas?” que espetó el rey Juan Carlos de Borbón al presidente venezolano Chávez es apenas una frase, una petición, pero guarda significados muy aleccionadores en el contexto político de la región.

El reclamo del rey

“¿Por qué no te callas?” fue llamar a un jefe de Estado a que sea tal, y no ande provocando escándalos mediáticos para su vanagloria.

“¿Por qué no te callas?” es la reconvención desde una mesa de diálogo a quien no comprende sino el monólogo de sus propios delirios políticos.

“¿Por qué no te callas?” es la invitación firme y contundente a respetar el derecho de los demás, aunque haya diferencias ideológicas o políticas de por medio.

“¿Por qué no te callas?” es sinónimo de hartazgo frente a quien si bien reivindica legítimamente que fue víctima de un golpe de Estado, pretende olvidar su pasado golpista y no tiene empacho en asumir en el presente medidas antidemocráticas a caballo de sus victorias electorales.

“¿Por qué no te callas?” es apenas una enérgica petición a quien no tuvo escrúpulos para acallar la libertad de expresión cerrando un canal de televisión bajo excusas reglamentarias que nos recuerdan a otros dictadores de la región.

“¿Por qué no te callas?” se nutre de la impaciencia de los verdaderos democráticos frente a los pseudos-demócratas que no dudan en prostituir a la democracia para fundar sus regímenes totalitarios.

“¿Por qué no te callas?” es pregunta pero también respuesta. Pregunta, porque al autoritario no se le puede combatir sino en base a la legalidad so pena de contradecir la propia convicción democrática. Respuesta, porque es el indicativo de la actitud firme que hay que tener en todo momento frente a quienes quieren destruir las bases de la democracia con prepotencia.

El derecho de los demás no importa

En un debate que busca la participación y la construcción de una sociedad democrática, no pueden tener cabida el insulto o el trato irrespetuoso. Es típico del autoritario que no reconozca límites a su propio delirio y su propio antojo. Si la constitución de su país o los derechos humanos no son un límite para sus apetencias de poder, menos aún lo serán el sentido de la ubicación social o la cortesía. El autoritario cree que sólo él tiene derechos y nadie más. Ah, perdón, también tienen derechos los que piensan como él. Así funciona la “democracia” de quienes practican el mismo absolutismo de derechas que se regodean en criticar.

La Cumbre Iberoamericana, con el incidente del fin de semana, dejó visualizar las partes más pudendas del “socialismo del siglo XXI” que pregona Chávez utilizando varios de los métodos de las dictaduras latinoamericanas del siglo XX. Y también muestra la pusilanimidad de quienes, desde sus acreditaciones legítimamente democráticas, no se animan a hacer frente al mesiánico petro-socialista.

“¿Por qué no te callas?” requirió el rey. Chávez, increíblemente, se calló. Pero sólo para tomar aire y volver a las bravuconadas después. Las mismas que ya viene practicando en su país y advierte que expandirá en el continente haciendo gala de su intrínseca voluntad neoimperialista y antidemocrática.

José María Costa

martes, 6 de noviembre de 2007

Los “sin escrúpulos”

El caos como estrategia del autoritarismo

Asunción sitiada. Gente sin poder transitar. Libre tránsito constitucional hecho añicos por la extorsión política. Órganos policiales indiferentes ante el atropello legal. Protesta versus protesta. Los derechos de unos sirven de piquetes para atropellar los derechos de otros. El fin “justifica” la clausura de calles. Las calles ya no son de la policía, como profetizara aquél ministro stronista. Son de los “sintecho”, con el beneplácito de los “sinvergüenzas” que los utilizan como carne de cañon o fuerza de chantaje.

¿Por qué para reivindicar un derecho propio se debería transgredir otro ajeno? ¿Tan perversa es la manipulación de las libertades democráticas que no repara en el respeto a los demás para justificar acciones como lo ocurrido la semana pasada con el “cerco” al microcentro asunceno protagonizado por los “sintecho” liderados por uno de los operadores políticos del Gobierno? ¿Qué clase de democracia estarán pretendiendo los que enarbolan la “política del caos” como medio para alcanzar sus objetivos políticos?

Los incidentes registrados aquél mediodía en Asunción no son sino síntomas de una profunda perversión que está cruzando transversalmente nuestro escenario político. El mecanismo se manifiesta con variados matices, pero en el fondo, convengamos que lo hecho por los “sintecho” no difiere mucho de los cortes de ruta, cierres de fábricas, clausura de universidades, suspensión de clases escolares, cercos al Poder Judicial, etc. que se han convertido en medios muy frecuentes para quienes buscan el logro de sus objetivos sectoriales, más o menos legítimos, más o menos legales. En la superficie, esta vez salta la evidencia de un grupo de choque creado por el nicanorismo para “formular” sus planes de presión contra los otros poderes del Estado manejados por el voto mayoritario de la oposición. Pero en el fondo de todo esto está la tergiversación del uso de las libertades en democracia y la profunda perversión de la protesta ciudadana, cuya concepción histórica es legitimadora de procesos de cambio y no provocadora del caos como medio de lograr réditos políticos o sectarios.

El “liderazgo” basado en la capacidad extorsiva

Felipe Cabrera no es sino un líder “social” (cuesta decirlo) producto de la depravación de la política que se sustenta en el prebendarismo y la prepotencia para obtener sus fines. Su liderazgo se basa en su capacidad de extorsión. Y como él, con diferentes colores, matices o amos, existen y surgirán más “caudillos” capaces de todo, de cualquier cosa, de cerrar calles, rutas o puentes, o de peores cosas, en este inmoral juego del “todo vale” de la política criolla.

Nicanor usa a algunos. Otros utilizan a otros. Entre los “sintierra”, entre los “sintecho”, entre los estudiantes, entre los gremios obreros, campesinos o de funcionarios públicos, hay quienes están dispuestos a “todo” para conseguir “algo” o incluso para no conseguir “nada”, con tal de que el caos y el río revuelto siga generando ganancia de pescadores, de prebendarios nacionales o internacionales, de delirantes políticos o sociales, de alumnos aventajados en la escuela de la prepotencia y el autoritarismo. Los que propugnan y ejercitan los valores democráticos son cada vez menos. Actuar “dentro de la ley” –creen muchos- no genera capacidad de presión. La fuerza tiene más convicción que el derecho o la razón.

La moralización de la política debe pasar necesariamente por una revalorización de la libertad como un derecho de todos que no puede ser cercenado por nadie –así sea gobernante o gobernado- como un medio de extorsión. Los que hoy son capaces de cerrar rutas o calles del microcentro en horas pico, sin importarles los derechos de los demás, mañana serán capaces de cosas peores.

La estrategia del caos es un recurso extremo de los autoritarios, que aunque se vistan de demócratas, autócratas quedan, así estén al mando de un gobierno o al frente de una organización social.

José María Costa

lunes, 29 de octubre de 2007

Galavernología


Explicación mágica de todo el universo político

¿Tiene tanto poder como los medios de comunicación le atribuyen? ¿Es espantavotos o cazainfluencias? ¿Sería senador por quinto período si no fuera por ser un pliegue más de las “listas sábanas”? Cuando uno hace un repaso de los hechos políticos de una o dos semanas, difícilmente no termine haciéndose estas y otras preguntas con respecto a un protagonista que se ha constituido en “pop star” obligado de los medios de comunicación: Juan Carlos Galaverna.

No precisa Galaverna hablar mucho o alto (que de eso sí que sabe) o tirar más bocanadas de humo de lo habitual para convertirse en referente obligado de cuanto análisis surja sobre la coyuntura política. Quien más se precie le descubre al menos dos o tres “influencias extrañas” o acciones maquiavélicas al día. El periodista que no lo nombre como involucrado en algún tejemaneje ya puede ir pidiendo su pase a la sección “variedades”, Es notable cómo influyen los medios de prensa en la construcción del imaginario político. Y como se retroalimentan las propias agendas alrededor de un personaje altamente cuestionado pero a la vez profundamente favorecido por una mediatización de su figura como “poderosa” dentro del esquema electoral. Algo, por supuesto, que tiene rentabilidad entre un electorado que busca tendotás y caudillos para que le solucionen sus problemas.

El “monstruo” agrandado por sus enemigos

No seremos ingenuos en desconocer el protagonismo que tiene este político que hizo sus pininos como intendente designado por Stroessner y logró luego credencial antidictatorial en las últimas épocas tiranosáuricas (como muchos). Su fama de Rasputín republicano bien la ganó cimentando y dando voz (vozarrón en la mayoría de los casos) al rodriguismo primero y luego al wasmosismo, para finalmente recalar en puertos del argañismo y del nicanorismo, sucesivamente.

Pero, ¿hasta qué punto Galaverna tiene el poder que le atribuyen sus propios enemigos políticos, tanto colorados como opositores? ¿O hasta qué punto las supuestas redes de influjos y poder no son apenas urdimbre de una visión obsesiva de medios y periodistas con respecto a este político colorado? A juzgar por la prensa, Cale es fuente y sujeto, causa y efecto de cuanta negociación, imposición, nombramiento, gestión o tendencia que se produzca en la escena política.

De acuerdo al nivel de obsesión, los tentáculos de su poder alcanzan desde el oficialismo partidario hasta la oposición, de norte a sur de la escena, de derecha a izquierda, de arriba abajo. Le atribuyen el nombramiento de jueces, la aprobación de un presupuesto, la obtención de un zoquete, la liberación de Oviedo, eré eréa. No sorprendería que pronto alguien le adjudicara influencia para mover el mercurio de los termómetros, ocasionar un eclipse solar o provocar el derrumbe del precio del tomate.

Da la apariencia de que el infantilismo político de algunos les mueve a crear y recrear un “monstruo” con el cual encarnar todos sus miedos y al cual aborrecer con todos sus sentidos. Parece que sin “lobo feroz” la Caperucita opositora no tendría sentido. Y de esto se percata el propio Galaverna, cuya habilidad es notoria para quitar rédito de esta obsesiva tendencia a “galavernizar” cuanto incidente o circunstancia suceda en el escenario político.

Tal vez se acuse a esta columna de caer en el mismo juego, pero aprovecho esta última línea para decir que justamente creía oportuno presentar este punto de vista para desde el mismo empezar a relativizar una figura y un “poder” que, creo, en gran medida, tiene más ingredientes de fábula mediática y menos de verdad política.

José María Costa

lunes, 22 de octubre de 2007

Astrea independiente


El largo camino a la despartidización judicial

No es con proclamas ni reclamos, sino con hechos concretos y actitudes sinceras que se va a ir construyendo la independencia del Poder Judicial en el Paraguay. No basta ser opositor ni disidente, ni estar al frente de una oenegé pseudo progresista. No se agota en el cuoteo matemático en cargos ni en la renuncia “ética” de jueces a sus afiliaciones partidarias. La independencia judicial necesita mucho más para construirse, y aún más para consolidarse en un país cuya justicia vivió décadas sojuzgada a los intereses de un dictador y luego, apenas “pluralizada” mediante un pacto de gobernabilidad que impuso cupos multicolores pero no logró despojarla de las presiones ilegítimas de los grupos políticos. Menos aún de los de otros sectores de poder, algunos de ellos visibles y otros secretos.

Para la independencia de la Justicia se precisa construir sobre la base de dos ejes: la independencia de los magistrados y la autonomía institucional.
Se precisa proteger a sus operadores –los magistrados- con reaseguros eficaces frente al poder de los operadores políticos. Esto se logra con la inamovilidad en el cargo. Y también se precisa dar autarquía real (desde su diseño y elaboración hasta su ejecución) al presupuesto judicial, para evitar las injerencias políticas que presionan por cargos y rubros en forma de “cupos partidarios”, y por recortes con sentido de “castigo”.

En lo primero, fueron los propios opositores quienes dieron al Ejecutivo las armas para someter a la justicia en el 2003 al avalar un desprolijo y politizado descabezamiento de la Corte Suprema de Justicia. Con la sed de porciones “propias” que tenía la nueva dirigencia opositora, el nuevo oficialismo colorado logró fácilmente el proceso que, aunque incorporó nuevas y relevantes figuras a la Corte, no hizo sino consolidar la preeminencia político-partidaria en la designación de magistrados. Rabiosos por cualquier atisbo de independencia judicial, los legisladores incluso llegaron a exigir a los candidatos a ministros que admitan públicamente que sus mandatos serían de cinco años… E pur si mouve… Años después, con las magistraturas más consolidadas y las fuerzas políticas desperdigadas, se logró reinstalar la teoría –constitucional, por cierto- de la inamovilidad de los ministros de la Corte hasta los 75 años de edad, lo que no supone vitaliciado ni impunidad pues el juicio político sigue siendo el mecanismo constitucional para la destitución en caso de mal desempeño.

La elección de tres magistrados de carrera en la terna para nuevo ministro de la Corte, todos ellos ya con el beneficio de la inamovilidad constitucional en el cargo por consecuencia de sus sucesivas confirmaciones, alienta el proceso que no será nunca bien visto por los políticos que pierden el mango de la sartén. Hasta resulta relevante que no haya exponentes políticos en ella ni se haya recurrido a integrar una terna con sentido de “cupos” (como algunos cínicamente siguen reclamando). Con esto, es cierto, no se acabarán los vientos de influencia política, pero Astrea irá teniendo al menos un escudo más fuerte ante los lanzazos partidarios. Con ello, la justicia eficaz irá dependiendo cada vez más de la actitud soberana de sus magistrados y cada vez menos de la tolerancia o el influjo de los políticos. Eso, definitivamente, es un paso adelante.

Autonomía presupuestaria, otra clave

El otro componente, el de la autonomía presupuestaria, también es un camino largo por andar. Si leyéramos con sentido directo e integral el articulo 249 de la Constitución, cada año se viola el principio de autonomía presupuestaria con el sometimiento del diseño y la ejecución del Presupuesto Judicial tanto al Poder Ejecutivo (como si fuera cualquier otro ministerio) como al Legislativo (que anualmente lo destroza, lo amplia o lo reduce según su antojo, y solo tiene atribución de “aprobarlo” según la carta magna).

No creamos que será fácil tener una Justicia independiente. Tampoco creamos que las dificultades para no alcanzarla tendrán un solo color. Sin embargo, analicemos bien cuáles son los pasos que nos orientan hacia ella, y cuáles son apenas reclamos fútiles o cínicos que en realidad esconden la ansiedad de sectores políticos por no perder los hilos verdaderos del influjo en la Justicia.

José María Costa

lunes, 8 de octubre de 2007

La asesora perfecta


María Sol: Del brillo enceguecedor al ocaso tempranero

Muchos hablaron más de su belleza que de su inteligencia, como suele suceder en latitudes machistas como éstas. Otros optaron por disfrazar la sorpresa con pretendida erudición y hasta algunos ensayaron una vez más el deporte más popular de los paraguayos (después del fútbol), la futurología política.

La noticia de que Lugo tendría una asesora ecuatoriana, la misma que trabajó en la campaña del presidente Rafael Correa, se instaló en la polémica. Y no sin razón. Es que Lugo, quien para meter la pata ya ha demostrado tener mejores cualidades que para estar informado, admitió que la venida de la “asesora” era un “ofrecimiento” del propio Correa.

Pero la cosa no paró aquí. La propia asesora, de quien podríamos haber esperado algo más de tino político o al menos una pizca de astucia comunicativa, selló el acto de “sincericidio” señalando que su jefe, el Vicepresidente ecuatoriano, daría “la orden” para concretar dicho “ofrecimiento” cuyos costos asumiría el gobierno de aquél país (incrédulos y fanáticos, pueden recurrir a las transcripciones de la entrevista realizada por Rino Giret y Diego Martínez en el Programa “Primera Fila”, de Radio 970)

Buenos argumentos para el enemigo

En medio del uso de avionetas y otros bienes del Estado para fines proselitistas; en un escenario plagado de denuncias de presiones y extorsiones políticas en beneficio de ciertas candidaturas; en la espesura tenebrosa de las oscuridades que marcan el financiamiento de las campañas electorales… ¿por qué sería relevante este hecho? ¿Por qué importaría más que todo ello la cándida admisión de la preparación alevosa y premeditada de una violación constitucional y un delito electoral?

Evidentemente, tantas manchas el tigre tiene que una más no le hace daño a nadie. Pero si fuera albino –o quisiera serlo- la cuestión cambia.

Para reclamar y proclamar el cambio, no bastan las palabras ni los buenos propósitos. Se esperan actitudes y compromisos, acciones y evidencias. Lugo puede seguir pretendiendo “no estar informado” de ciertas noticias (como sucedió con la noticia de un secuestro, no precisamente de García Marquez). Puede no conocer o preferir hacerse del desentendido sobre las irregularidades en el uso de bienes públicos en actos proselitistas, o sobre la presencia de jefes policiales en actos partidarios. Pero no puede desconocer ni hacerse el desentendido respecto a la expectativa que ha generado y sobre la cual debe rendir cuentas, ya como candidato y ni qué decir como autoridad si fuera electo.


El candidato perfecto


El “candidato perfecto” (así se llama el libro de la asesora María Sol Cuellar) no será el que vive ocultando sus intenciones ni el que practica el ñembotavy como estrategia aliancista. Al menos aquí, el “candidato perfecto” que necesitamos es alguien creíble pero a la vez predecible. Para lo contrario, ya ha habido bastante… y sigue habiendo en el escaparate de la política criolla.

Sabemos que es difícil tener un “candidato perfecto”. María Sol Cuellar tal vez haya podido escribir un libro sobre ello. Pero aquí, apenas ha demostrado ser una “asesora perfecta” para su asesorado: el mensaje dejado es que a ambos no parece importarles ser esclavos de la Constitución. Claro, Sol no está obligada a ello. Pero Lugo sí, y mucha gente espera que ése sea el verdadero cambio que él proclame y protagonice: hacer que la ley triunfe sobre la ilegalidad. Empezando por no recibir aportes o asesores pagados por gobiernos extranjeros con delirios neo imperialistas.


José María Costa

martes, 2 de octubre de 2007

Dictadura orkut-fóbica

Resabios autoritarios en medio del silencio de los políticos

La noticia había corrido como reguero de pólvora entre los estudiantes, en su mayoría preadolescentes. La directora del colegio había decidido “prohibir” el uso de orkut a los alumnos, porque encontraron en una página del ya famoso sitio de Internet una comunidad de internautas que denostaba contra la institución, contra los profesores y contra los directivos. Finalmente, todo quedó en la nada… Nadie pudo prohibir nada.
Fue entonces que tomé contacto con esa nueva moda internética, la estudié, la aprendí a utilizar, y hoy la aprovecho para comunicarme con gran parte de mis estudiantes universitarios.
Las voces levantadas en estos días pidiendo la hoguera para esta “maquina infernal” de Internet me parecen conocidas. Son las mismas que pudieron haberse escuchado en el oscurantismo medieval o premoderno en contra de quienes sostenían que la Tierra giraba alrededor del Sol, o en el siglo 18 cuando todavía debía “pedirse permiso” a la autoridad eclesial o real para imprimir un libro.
El totalitarismo tiene mil y una formas de expresarse. Y una de sus principales, valga la paradoja, es coartando la libertad de expresión ajena. Así ha ocurrido a lo largo de la historia humana. Orkut, las historias del Marqués de Sade, Internet, las propuestas reformistas de Lutero, los libros “subversivos” de la resistencia antistronista, las ondas radiales de Ñandutí, el estreno teatral de “San Fernando”… todos tienen un común denominador: haber confrontado la libertad de expresión con las pretensiones dictatoriales y autocráticas.
Hace unas semanas, en España un juez prohibió la circulación del Semanario “Jueves” por traer en su portada una caricatura “injuriosa” del Príncipe Felipe y su esposa. En la península se desató toda una polémica al respecto. Pero lo que más resaltó en dicha ocasión fue la absoluta inutilidad de la prohibición: mientras todos lo ejemplares del Semanario eran confiscados en los kioscos, los demás medios reproducían en sus páginas de Internet e impresas la misma caricatura objeto de la censura. Y es así, en estos tiempos modernos, la censura no sólo es política y moralmente execrable sino funcionalmente inútil.

¿Qué modelo de sociedad queremos?

Orkut o no orkut. Esa no es la cuestión. Este no es un “problema de colegios chuchis” o de fanáticos internautas… Es un problema que a nivel de familia o instituciones educativas debe resolverse fomentando valores y no censurando páginas. Y en medio de la batahola que se ha armado por las agresiones verbales entre estudiantes a través de orkut y las banderas de censura agitadas por algunos, sería bueno conocer qué opinan los candidatos políticos (que hoy día congestionan por cantidades las vías circulatorias de nuestra democracia) sobre esta nueva propuesta autoritaria que ronda el escenario.
En el fondo de esta discusión está en realidad la confrontación entre dos modos de concebir la sociedad: una concepción democrática y otra autoritaria.
La democracia sólo puede fortalecerse con más democracia, no con medidas totalitarias aún cuando se disfracen de falsos moralismos o invoquen buenos propósitos. La dictadura es siempre la misma, aunque se ataque un libro, un periódico, un canal de televisión “subversivo” o una página de Internet. Quienes tienen afanes autoritarios muchas veces confunden adrede la herramienta con sus usos a fin de imponer sus ideas y opiniones cercenando las ajenas que se les contraponen y no pueden rebatir.
El liberalismo ideológico nos legó un principio radical: la libre circulación de ideas y opiniones es esencial para la democracia. Aún cuando ellas transmitan error o agravien a otros, no se debe recurrir como remedio a la censura previa. Ésta fue y sigue siendo solamente un arma para los dictadores, tanto en tiempos de los papiros como en los de Internet.

lunes, 24 de septiembre de 2007

¿Correrán ríos de paz?

La mitomanía oviedista en libertad condicional

Nuestro pueblo tiene una memoria flaca. No en balde, hay líderes y agrupaciones políticas que pueden “reinventarse” con nuevas promesas construidas sobre las anteriores incumplidas. Y pese a todo, hay gente que les sigue creyendo.

Hay también variables para la “desmemoria”: por ejemplo, fue antológica la defensa que hizo cierto líder republicano cuando en los primeros tiempos de la transición democrática sostuvo que apenas el último año de la dictadura fue un tiempo “malo” y el resto había sido beneficioso para el país. Claro, el último año del stronismo el personaje de marras había sido expulsado del círculo áulico del poder y eso automáticamente había cambiado su punto de vista respecto a la más larga dictadura del siglo XX. Memoria selectiva que le dicen.
Estas reflexiones sobre la anémica memoria nacional cobran vigencia cuando escuchamos o leemos en estos días ciertos discursos “pacificadores” que en boca del Dalai Lama pudieran ser creíbles, pero en ciertas carpas políticas sólo provocan sospechas fundadas. O por lo menos, debieran provocarlas… pero eso es justamente lo que parece cambiar en esta situación, como consecuencia de dicha debilitada capacidad de recordar dichos o hechos.

Entre bendiciones y “conspiraciones”

El escenario político se ha visto sacudido por la presencia –en libertad condicional- del ex general que había protagonizado la intentona golpista de 1996 y está enjuiciado en el caso de las matanzas ocurridas en el marzo paraguayo. En medio de la novedosa situación, que provocó las más variadas interpretaciones de politólogos y futurólogos locales, la prensa tuvo un protagonista “top” para entrevistas, titulares de primera plana, programas especiales y páginas enteras. El ex general inauguró su libertad con una meteórica y mediática peregrinación a Caacupé, lanzando bendiciones, llamando a la pacificación; y siguió con arengas y mensajes “conciliadores”.
Le duró poco: pronto, sometido a presión por periodistas y prensa no complacientes –que los hay-, afloró su personalidad “histórica” y se aferró a esa acostumbrada mitomanía patológica para inventar depósitos de armamentos, conspiraciones eclesiásticas y demás. Luego, parece que volvió a sus “cabales” (¿los tendrá?) y recurrió de nuevo al discurso “pacificador”, “conciliador”, que reclama “nada de odios ni rencores”…

Cantos de sirena en mares tormentosos

¿A quién creer? ¿Al Oviedo “pacificador”, “conciliador”, “concertador”? ¿O al otro cuyo recurso discursivo es la fabulación y la mitomanía para atacar a sus enemigos? ¿Al Oviedo de hoy cuya libertad condicional parece ser un “moderador natural” de su verborragia agresiva de otros años? ¿O al Oviedo megalómano de aquellas jornadas teñidas de luto y sangre a causa de sus ambiciones de poder? No en balde, en más de una entrevista pidió que “nos olvidemos del pasado” y “miremos el futuro”… ¿Cuál futuro? ¿El que se construye con los mitos y las fábulas que pretende instalar para tratar de darle visos “democráticos” a su liderazgo?

La memoria no es la cualidad más resaltante de este pueblo. Quizás por ello, no aprendemos de los errores del pasado y seguimos creyendo en cantos de sirenas autoritarios mientras nuestra frágil democracia surca mares tormentosos.
El futuro puede ser igual o peor al pasado. Si creemos que en vez de sangre correrán ríos de paz, no será por culpa de un liderazgo embustero… sino por responsabilidad de nuestra raquítica memoria social o nuestra idiotizada credulidad política.

lunes, 17 de septiembre de 2007

"Jamás venceremos"

¿Arenga profética en Coronel Oviedo?

Jamás venceremos. Lapsus linguae… ¿profético?. Tal vez, pero sind dudas, brillante resumen del análisis político más profundo que pudiera hacerse sobre la oposición en Paraguay. ¿Qué más se puede agregar al broche de oro del discurso de uno de los oradores del acto de Coronel Oviedo donde Lugo presentó su nueva “alianza patriótica”?
Pocas veces en la reciente historia política dos palabras definieron con tanta profundidad y exactitud la realidad y las perspectivas de la oposición frente a sus posibilidades de acceso al poder. Y ello no es culpa del fallido arengador, y mucho menos de quienes coinciden con el lapsus linguae al ver el escenario opositor que se mantiene con pocas variaciones sustanciales desde el inicio de la transición.
La oposición, así como está y como se maneja, “jamás vencerá”. Las brisas de cambio en actitudes o estrategias que permitieron ciertos avances frente a la aplanadora electoral colorada –léase victoria en Asunción en 1991, conquista de la Vicepresidencia, y otras- sólo fueron eso. Del otro frente, el huracán republicano pudo más que mil ventiscas opositoras insignificantes y poco sustentables ¿Por qué? La respuesta ofrece varias aristas, todas ellas no menos importantes. Tomemos apenas dos de esas explicaciones que dan sustento a aquella (¿profética?) proclamación hecha por un dirigente opositor.

El negocio opositor de la autofragmentación.

Cada vez que la oposición habla de “concertación”, “alianza”, “unidad electoral”, provoca dentro suyo el fenómeno totalmente contrario: la división. Ocurrió en 1993, en 1998 y ahora. Y seguirá ocurriendo si en dichos escenarios siguen priorizándose los afanes egoístas y mezquinos vinculados a una banquita parlamentaria o un cupito prebendario.
En los últimos 5 meses que se estuvo hablando de concertación, por ejemplo, se crearon casi tantos partidos y movimientos políticos como los que fueron inscriptos en dos décadas de transición. Y todo, porque cada uno debe “asegurarse” el espacio propio de “negociación” interna y juntar –entre familiares, parientes y amigos- un grupito de adherentes para sustentar alguna candidatura parlamentaria o similar, a fin de prenderse a las ubres estatales, hoy por hoy ya casi exhaustas con tantos lactantes presupuestarios.
Cual ameba auto divisible en el ecosistema contaminado de mezquindades inacabables, la oposición gana cada vez más en fracciones y cada vez menos en elecciones. Y la división sigue siendo el negocio de algunos.

La exacerbación del caudillismo
El modelo que se pretende proyectar desde la oposición sigue los mismos esquemas que originan y dar permanencia al sistema político cuyas evidencias de ineficiencia y corrupción no precisan ser detalladas. El verbo “cambiar” no se conjuga ni política ni gramaticalmente con actitudes o metodologías internas; antes bien, las señales egocéntricas, autoritarias y dictatoriales se producen y reproducen con llamativa facilidad en la vereda propia tanto como en la de enfrente. Por eso, principalmente por eso, poquísimas chances tendrá una oposición que se limite estratégicamente a buscar caudillos o líderes iluminados y no a programar el cambio real en base a políticas sustentables desde los pequeños o medianos espacios de poder que vaya ganando. Quienes puedan ser fieles –o efectivos- en lo poco, tendrán mayor predicamento para tener el poder de serlo en lo mucho.

Son dos aspectos, apenas, escogidos para darle sustento e interpretación a una fallida arenga proselitista. “Jamás venceremos” puede ser un lapsus linguae nomás, o quizás una fatídica profecía. Pero ello no dependerá del Partido Colorado, sino de la propia oposición.


José María Costa

lunes, 3 de septiembre de 2007

La llave del Titanic





140 mil dólares es la base de la subasta de la llave que quizás hubiera permitido que el Titanic se salvara de embestir contra un iceberg y no terminara hundido en el Atlántico norte, con la pérdida de miles de vidas humanas. Esta es la nueva historia que el consumismo romántico del siglo XXI descubrió sobre el cuasi legendario trasantlántico del siglo anterior. Un tripulante que fue descartado de la travesía y que bajó en un puerto intermedio se había llevado consigo la llave del armario de los binoculares. Y la historia se completa con la suposición de que la falta de estos esenciales equipos de navegación no permitió a los oficiales del Titanic divisar el enorme iceberg que terminó impactando en su casco y causando su naufragio.

¿Quién se robó los prismáticos del país?

En nuestra travesía nacional, alguien también parece haberse llevado la llave del armario de los binoculares. Parecemos vigías invidentes que no conseguimos divisar los icebergs que se acercan raudamente. La mezquindad política nos ciega. El miope afán enfermizo de poder nos impulsa sin prevención ni mesura hacia alta mar, desprovistos de planes o metas. El océano político se está llenando de témpanos de confrontación y fragmentación. El rumbo es dudoso y la incertidumbre es el único norte seguro.


En la clase política, del signo que fuera, cada vez es más difícil encontrar capitanes o timoneles con brújulas precisas. Los prismáticos no existen. El futuro más lejano que algunos perciben no pasa de la interna partidaria o los escarceos preelectorales del 2008. Los mapas son artículos en desuso. Nadie los consulta porque se prefiere seguir navegando a tientas, como en jangadas noctámbulas, cuando en realidad se tiene el desafío de conducir un país por mares tormentosos.


No contentos con la sensación que hay de estar yendo a la deriva de la historia, algunos prefieren seguir apostando al caos, otros prefieren agitar las aguas o pregonar el motín en un concierto de notas contrapuestas pero paradójicamente armónicas en torno a la inseguridad y la incertidumbre por el futuro.

Los témpanos que se avecinan

¿Quién se ha guardado la llave del armario de los binoculares que nos permitirían trazar un camino seguro hacia el futuro deseado? ¿Por qué no podemos ver los icebergs que se acercan velozmente y pueden acelerar el hundimiento de una nave que se agrieta peligrosamente entre la confrontación sectaria y los populismos efectistas? ¿Debemos los paraguayos creer todavía que para salvarnos debe haber un mesías con rango de capitán, tendotá, monseñor, general o lo que sea? ¿No será hora ya de extirpar de pensamientos mágicos la política y reclamar seriedad, responsabilidad, predecibilidad y transparencia a quienes quieren guiar la nave nacional?


¿Qué debemos hacer para evitar que los cantos de sirena del populismo –sean del signo que fueran- nos conduzcan irremediablemente hacia los témpanos del autoritarismo o la miseria micro y macroeconómica? ¿Qué catalejos podrán hacernos ver a distancia previsora los proyectos autoritarios que aunque se vistan de nombres libertarios dictatoriales quedan?


De preguntas y desafíos se llena la travesía. Si la respuesta fuera tan sencilla como 140 mil dólares para comprar una llave, seríamos felices. Pero no es así. Para recuperar la llave de nuestro futuro, en democracia no hay subastas ni remates. Hay elecciones. Y de nosotros depende que en ellas gane el mejor timonel y no el mejor postor.

José María Costa

domingo, 26 de agosto de 2007

El rating del insulto


El lenguaje de los políticos que aplauden los medios

La mala palabra de un político vale más que mil propuestas. Y tiene rating, que es lo importante…
Esta parece ser la consigna de un escenario político que se está cargando de exabruptos e insultos y vaciando de contenidos y programas. ¿Por qué los políticos recurren al lenguaje provocativo, grosero o insultante? La respuesta está en el resultado que obtienen con ello: grandes titulares de prensa y segundos preciosos de televisión.

Quien grita más, tiene más prensa

Hay un círculo vicioso de exabruptos y divulgación de exabruptos. El político que elige mejor el insulto y el insultado, tiene mejores posibilidades de tener titulares de prensa, segundos de televisión, minutos de radio. Y eso no es poca cosa en temporada electoral, donde no sólo los espacios mediáticos cuestan caro, sino ni siquiera pueden ser comprados legalmente aún para hacer campaña!!! (prohibición de hacer campañas electorales fuera de lo estipulado por la ley electoral).

NDF ha puesto su punto de mira en la Iglesia católica y su jerarquía. Eligió un enemigo que le permite lograr dos objetivos muy importantes:



1. Atraer a la prensa hacia su figura, su protagonismo, su liderazgo político (sin que entremos a valorar la forma ni el resultado). Esto le facilita polarizar el protagonismo electoral entre su figura y la del mejor posicionado candidato existente en la oposición (Lugo), por encima de su propia candidata (Blanca Ovelar) pero, lo más importante, por encima de los otros candidatos de la interna colorada (Castiglioni y Alderete). Con ello, pretende lograr el mensaje al interior de su partido como la figura que “puede” hacer frente a Lugo, aunque no sea candidato.



2. Provocar a la Iglesia y a su jerarquía a introducirse en la polémica política y electoral en la cual, por principio, evita meterse. Esto, evidentemente, con el objetivo de llevar a la iglesia al “barro” de la política partidaria a fin de afectarla en su prestigio (La Iglesia es, según la encuesta del CIRD, la institución más confiable del país, con un 81,3 % de alta confiabilidad. Encuesta CIRD 2006)

Consecuencias: Campaña vacía, insultómetro lleno

La consecuencia directa de esta estrategia –en la cual los medios cumplen un papel principal y probablemente indeseado, pero no por ello menos responsable- es el vaciamiento de contenidos y debates serios dentro de la campaña electoral. El escenario político se carga de agravios y se vacía de propuestas.
Pero aún más, la táctica dispersiva permite levar a segundo o tercer planos los temas profundos y reales que debería contener una agenda política en nuestro país.

¿Podemos salir de esto?

No nos engañemos ni seamos ilusos. Los agravios y exabruptos “venden”. El debate serio o las propuestas programáticas aburren y motivan al público a hacer “zapping”. Por eso, los medios difícilmente dejarán de seguir el juego marcado desde el Palacio de López.
¿Qué nos queda? Por el momento, esperar que, así como lo hizo la Conferencia Episcopal Paraguaya (y por ello incluso fue acusada de “tibia” y “excesivamente moderada” por la prensa), se responda a los agravios con altura… aunque ello no tenga rating. Si los medios de prensa comprenden el daño que están haciendo, quizás elijan bajar un poco el rating para subir algo más el nivel del debate.



José María Costa
pepecosta@activenet.com.py

domingo, 10 de junio de 2007

Censura en Venezuela: ¿Una cuestión “interna” o una violación que agrede a la humanidad?



¿Y si analizamos el cierre del canal RCTV de Venezuela desde la óptica de los Derechos Humanos? Cuando un individuo –o todo un pueblo- es violado en un derecho humano fundamental, la cuestión no puede ser nunca un “asunto interno de un Estado”. Es una cuestión de humanidad, una cuestión de principios.

En el contexto internacional, hay pleno consenso acerca de cuáles son los derechos que pertenecen al ser humano por el mero hecho de ser tal. Los instrumentos internacionales suscriptos en el marco de la ONU o la OEA explicitan tales derechos, entre los cuales se hallan los vinculados a la libertad de expresión y el derecho a la información.

El carácter universal y de inalienabilidad de estos derechos consagrados a nivel mundial los hace reclamables más allá de las fronteras o los sistemas políticos vigentes. El problema de un atentado contra un derecho humano no es un problema de un país, de su gobierno, de una manera de encarar la política, de una adscripción ideológica. No es un “asunto interno”, sino un asunto de humanidad.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1948) consagra el derecho de todo individuo “a la libertad de opinión y de expresión”, derecho que incluye “el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Más explícitamente, la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, adoptado a nivel continental en 1969 y suscripto y ratificado por Venezuela en 1977, señala los alcances del derecho a la libre expresión. Veamos:


“Artículo 13. Libertad de Pensamiento y de Expresión

1. Toda persona tiene derecho a la libertad
de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de
buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:
a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o
b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud
o la moral públicas.
3. No se puede restringir el derecho de expresión
por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o
particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones”
Como se nota, las “vías o medios indirectos” como “el abuso de controles oficiales… de frecuencias radioeléctricas… o cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones” están prohibidos por dicha Convención, de la cual es signataria Venezuela, tal como nuestro país.

Pero no solo esto, Venezuela también reconoció la competencia de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, ambos órganos del sistema interamericano de justicia. Vale decir, la tradición democrática de esa nación hizo que ese Estado no sólo reconociera tales derechos, sino que se sometiera pública e internacionalmente a ser acusado o juzgado en el caso de que incurriera en violación de cualquiera de tales derechos, incluidos los de libre expresión e información.

Los tibios en Paraguay

¿Por qué debería ser entonces una cuestión de “asuntos internos” de un Estado el hecho de que su gobierno recurra a medios indirectos como la no renovación de una licencia para imponer una censura y coartar el derecho a la información de los habitantes de esa nación? Quien mire con los ojos de un “acto soberano” la medida de Chávez contra RCTV simplemente está abdicando de su sentido de humanidad para reconocer a un gobernante –de izquierda o de derecha, electo o no, legítimo o no- que tiene la potestad de violar un derecho humano básico sin consecuencia alguna a nivel internacional.

En Paraguay, algunos han tomado esta posición. Han preferido “no opinar” sobre “cuestiones internas” de Venezuela. Otros han defendido como “potestad soberana del Estado” la actuación de Chávez. Sin embargo, esto apenas revela impúdicamente la poca comprensión de la universalidad, inalienabilidad e irreversibilidad de los derechos humanos. Esto va más allá de Chavez, Venezuela o la ley que faculta a conceder o renovar licencias radiales o televisivas. Va al fondo de una cuestión resuelta en el siglo pasado por la humanidad: que los derechos humanos son para todos los hombres, sin restricción de fronteras, ideologías o sistemas políticos o religiosos.

Cuando un individuo –o todo un pueblo- es violado en un derecho humano fundamental, la cuestión no puede ser nunca un “asunto interno de un Estado”. Es una cuestión de humanidad, una cuestión de principios. Quien carezca de estos, es lógico que silbe y mire a otra parte.

José María Costa
10/junio/2007

El "socialismo" de Chávez

Gregorio Salazar es secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) de Venezuela. En una carta abierta a un colega uruguayo expone la situación de ese país con respecto a los ataques a la libertad de expresión protagonizados por el gobierno del Presidente Chávez. Lo transcribimos para la reflexión de todos.


Amigo Fernández, muchísimas gracias por su solidaridad.

Hay quien se empeña en concederle a Chávez un “beneficio de la duda”, que no merece, sobre todo porque usa las palabras socialismo e izquierda como un ropaje. El caso de RCTV es la medida más innecesaria y más temeraria que ha tomado Chávez en sus ocho largos años de gobierno. Lo controla todo en el campo institucional y va rumbo a convertirse también en un hegemón en el campo de las comunicaciones.

Algunos lo resuelven todo comiéndose el argumento de que los medios son golpistas. Bueno, entonces por qué le renovó- 48 horas antes de cerrar RCTV- a Venevisión, de donde salió Carmona Estanga la noche del 11 de abril del 2002. No sabe explicar por qué en cinco años no abrió un solo expediente por golpismo a ningún medio, si es que todo era tan evidente. El problema es que no quiere soltar el poder nunca más y no está dispuesto a tolerar medios que serán críticos de su pretendida reforma constitucional y que potenciarán el ya existente rechazo que hay en la población a este proyecto, es decir la reelección indefinida.

Por lo demás, el cierre de RCTV ha hecho crujir su base de apoyo. Los cacerolazos en las zonas populares, como expresión de rechazo, fueron increíblemente estruendosos. Yo no estaba en Venezuela, pero es el testimonio que he recogido de familiares, colegas y amigos.

La protesta estudiantil no cesa. La condena internacional es casi total, con excepciones como el senado uruguayo. Mañana marchan las mujeres. Pero, ¿se sabe en el extranjero que ya Chávez ha dicho que no quiere sindicatos, que no quiere autonomía universitaria, que también tiene amenazada de cierre a Globovisión, que quiere destruir a Empresas Polar, la más importante productora de alimentos del país, y que Cuba nos cuesta tres mil millones de dólares anuales a los venezolanos?.

No le alargo la lista para no fastidiarlo, pero le agrego dos más: ha emplazado a los militares a decir “patria, socialismo o muerte”, “desde el fondo de su corazón” o de lo contrario deben pedir la baja. Ordenó a los partidos que lo apoyaban, incluyendo al Partido Comunista de Venezuela (PCV), con más de 70 años de existencia, que se disuelvan para formar su partido único. Estos se resisten, lo cual les acarrea toda clase de insultos.

Asimismo, su lenguaje es francamente vejatorio para con la ciudadanía. El domingo dijo que quien no estuviera de acuerdo con su proyecto, “que se vaya para el carajo”. Así mismo. Entonces, ¿hasta cuando se le alcahuetea en el exterior sólo porque y que es de izquierda o que tiene una abultada chequera?. Estarían los colegas del extranjero que son condescendientes con Chávez a soportarlo en sus propios países. Quiten a Tabaré y pongan a Chávez a ver si se lo calan mansamente..

Y lo peor, su verdadero combustible político es sembrar el odio entre la población, de venezolanos contra venezolanos. Chávez, créame, es una desgracia nacional.
Lo autorizo a difundir este correo entre quienes usted considere pertinente.
Un abrazo,

Gregorio Salazar
Secretario General
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP)

domingo, 3 de junio de 2007

Aló Censura!

Podrán cortar una flor, pero no podrán detener la primavera”.

Con esta frase, Radio Ñandutí, perseguida, atropellada y finalmente clausurada por la dictadura stronista, ponía un toque de esperanza para la ciudadanía que estaba cansada de los atropellos del tiranosaurio a la libertad de expresión. En esa coyuntura de hace menos de tres décadas atrás, el Sindicato de Periodistas del Paraguay sumaba su voz, su fortaleza moral y su firmeza cívica contra los arrebatos del Dictador. Y la sociedad civil, que clamaba libertad, veía en el SPP un baluarte de la libertad de prensa, de la libertad de expresión.

¿Cómo puede un gremio con una historia rica en la defensa de la libertad sucumbir en el lodo de la obsecuencia y del oportunismo político? ¿Qué desatinadas brújulas ideológicas han llevado al abismo de sus principios a un Sindicato que nació y se fortaleció pese a los garrotes del totalitarismo? ¿Con qué derecho se vacía de contenidos y principios a un Sindicato para llenarlo de dogmas y delirios snobistas? ¿Cómo desde el espacio que históricamente fue de debate y pluralismo se puede entender como “saludable” una censura que es la expresión concreta y cruel del totalitarismo y el desprecio al disenso?

Stroessner tenía muchas maneras de cercenar las libertades de expresión y de prensa. Desde “carnés” para prohibir que periodistas “enemigos” hablen en programas radiales o televisivos hasta “resoluciones administrativas” para prohibir la circulación de un periódico; desde atropellos a pedradas dirigidos por sus huestes más salvajes hasta “interferencias” técnicas a radioemisoras “opositoras”. Los únicos que pensaban que éstas censuras a las voces disidentes eran “saludables” eran los corifeos que vivían adulando al dictador.

La libertad de expresión y el derecho a la información son fundamentales y esenciales al ser humano. Esto no depende del cristal ideológico o político con que se mira. Hay una sola libertad de expresión: la que es un derecho inalienable cuyo ejercicio debe ser garantizado sin censura previa, para que las sociedades se expresen y se informen en el proceso de participación y construcción democrática. Esto está consagrado taxativamente por todos los instrumentos internacionales de Derechos Humanos.

Por eso, frente a la censura impuesta al Canal RCTV de Venezuela (con el nombre o la sutileza que haya elegido en su afán totalitario el Presidente Chávez), los que alguna vez fuimos dirigentes del Sindicato de Periodistas del Paraguay debemos sentar una posición inequívoca y pública a favor de la libertad de expresión y de repudio a cualquier tipo de ataque o censura en contra de dicho derecho esencial. Para tratar, al menos de rescatar a nuestro antiguo gremio del fango de la obsecuencia y el desatino.

Hago este llamado a mis compañeros de lucha de muchos años, a los compañeros que ocuparon en algún momento, como yo, el honroso puesto de Secretario General o Secretario General Adjunto del SPP. Y lo hago habiendo sido yo también objeto de una censura disfrazada de “decisión empresarial”, cuya imposición no generó crítica alguna en la actual directiva del gremio. Hoy veo por qué.

José María Costa
31/05/07