lunes, 19 de noviembre de 2007

Que tu remesa valga un voto


Rescatando de la muerte cívica a millones de compatriotas

Hay votos que no valen nada. Esto, mal que nos pese, es lo que nuestro sistema constitucional les dice a millones de paraguayos que viven hoy en el extranjero.

La Constitución Nacional es la ley fundamental y la expresión del poder soberano, constituyente, de una nación. ¿Será que es realmente “expresión del pueblo” la limitación que se ha puesto en ella para evitar que los compatriotas que residen en el extranjero puedan elegir a las autoridades nacionales? Dudo que alguien pueda sostener eso. Pero es evidente que, por mezquindades sectarias y un temor indisimulado a la pérdida del poder, una mayoría circunstancial de constituyentes dispuso en 1992 que esa prohibición estuviera allí, implícita pero contundente, en la ley de leyes, castigando prácticamente con la proscripción cívica y electoral a millones de compatriotas.

Sadismo constitucional
No basta con que estén viviendo ya el dolor de no estar en su terruño o de haber dejado a sus familias. No parece suficiente que se les haya obligado al exilio económico. No resulta demasiado quizás que para poder sobrevivir hayan debido humillarse como “sudacas”, “latinos” o “paraguas” en las urbes del primer mundo o de países vecinos. No parece bastante el sufrimiento de la agonía cultural y emocional que les carcome en latitudes e idiosincrasias extrañas. No parece suficiente todo eso pues, con singular sadismo constitucional, se les tortura también con el silencio cívico, con la ausencia democrática, con el exilio electoral.

Ricardo Ramón Román es uno de esos millones de compatriotas amputados en su derecho a votar. En estos días él inició en Internet una campaña en reclamo del derecho al voto para los connacionales radicados en el exterior. Incorporado como soldado en el ejército estadounidense, Ricardo es parte del contingente norteamericano que está ocupando el territorio irakí. Su participación en un injusto conflicto bélico no deslegitima su exigencia como paraguayo.

¡Qué paradoja! Desde las tropas de un ejército invasor, el llamado a un derecho esencial de la democracia que es el voto. Pero convengamos que de paradojas está lleno este mundo globalizado según el molde impuesto por los intereses hegemónicos. Aquí, en Paraguay, hay otros intereses hegemónicos –tan perniciosos como aquellos de influjo mundial- que castigan a todo un pueblo. La ambición hegemónica del coloradismo es culpable de que los paraguayos exiliados no voten en las elecciones de su propio país. A tal punto se llevó adelante esta discriminación que en 1993 un juez llegó a prohibir en el día de elecciones el ingreso de compatriotas que venían desde la Argentina.

Votar a conciencia desde la ausencia
Días atrás, coincidente con la carta de Ricardo, se instaló en Internet una campaña que se denomina “Tu remesa vale un voto” (http://turemesavaleunvoto.blogspot.com/). El objetivo es, según sus autores, “crear un espacio donde los paraguayos que residen en el extranjero puedan unir fuerzas para lograr un cambio” y “exigir el voto a conciencia a aquellos (familiares, tíos, hermanos) que reciben las remesas de los paraguayos en el extranjero”. Llamativo, ¿no? Sin duda, la amputación electoral sólo podrá revertirse totalmente con una reforma constitucional. Pero mientras ella llega, algo se puede hacer. Y los compatriotas que viven en el exterior pueden “votar” aún desde su ausencia cívica. Quizás por allí empiece una verdadera revolución que logre cambios significativos para nuestro país, que es de todos los paraguayos y no solo de los que vivimos en él.

José María Costa

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