sábado, 20 de abril de 2013

Boca de urna por Twitter


Yo decididamente tuitearé el domingo 21 los resultados de boca de urna a medida que tenga conocimiento de los mismos. Y aquí expongo mis razones.

No se trata de un capricho o de una mera rebelión adolescente contra los artículos 305 y 306 del Código Electoral. No. Se trata de enarbolar y defender un principio sustancial de la vida democrática, la libertad, por encima de los prejuicios, los miedos y hasta la irracionalidad de quienes, garrote legal en mano, adscriben y suscriben normas que violan un derecho humano básico y la propia Constitución Nacional. Se trata de libertad de expresión, de libertad de información versus una coacción inútil, innecesaria e inconstitucional lamentablemente persistente y para la cual el Ministerio Público se sigue prestando de una manera ridícula y tozuda.

El miedo a la libertad nos puede llevar a cometer muchos errores. Pero prefiero que los errores surjan por tener y ejercer la más amplia libertad, que por carecer de ella o porque la represión se haya instalado en nuestra mentes, nuestros espíritus o nuestra sociedad.

Aquí expongo mis motivos para tuitear este domingo 21 los resultados de boca de urna.

1.      El valor de la información en la democracia y en el proceso electoral. El voto  es la expresión excelsa del ciudadano, para constituir la sociedad democrática, donde, según el criterio irrebatible, el pueblo ejerce su soberanía y elige sus representantes para que gobiernen dicha sociedad según su mandato. Si el voto no tiene el sustento de la información, es un mero acto mecánico. El voto, para que tenga sentido, supone que contenga ELECCIÓN. La elección, optar por algo o por alguien, se hace a partir del sentimiento y/o de la razón, y para que éstos, conjuntamente o por separados, tengan sustento, precisan INFORMACIÓN. Yo quiero o me gusta algo si previamente en mis sentimientos se han consolidado hechos o experiencias que me hacen tener simpatía con ello. Y de la misma forma, racionalmente puedo optar por algo si previamente recibo información que facilite y fundamente mi decisión. En síntesis, coartar la información para el elector es tratar de reducir su protagonismo a un ejercicio mecánico del voto.

2.      Las encuestas proveen información al elector. En puridad, las encuestas y sondeos de opinión proveen la información acerca de lo que piensa el resto de la sociedad de la cual es parte el mismo elector. Desechemos, a este efecto, la excusa de que “aquí las encuestas están amañadas o son armas de marketing electoral”, pues equivaldría a decir que porque “existen malos periodistas o malos periódicos” debiéramos prohibir los medios de comunicación o coartar la libertad de prensa. Pero además, el libre flujo de los datos y las informaciones, esto es en este caso, de las encuestas y sondeos, hará que queden evidentes cuáles realmente son serias y fundadas. La construcción de credibilidad y confianza en la democracia y en los valores de ésta no se hace por imposición de dogmas o prohibiciones (la democracia no es una religión) sino por el mayor campo de libertad que permite la convivencia y la competencia natural de las opciones. Al mismo tiempo, aquello de que “este pueblo no está capacitado ni educado para diferenciar entre una encuesta buena y una mala”, nos llevaría al paternalismo medieval que ha pretendido excusar al absolutismo de aquellos tiempos y a los dictadores de la era contemporánea. Stroessner decía que la gente “no sabía qué le convenía” y por ello el “único líder” debía ser el que se lo señalara e impusiera.

3.      Debemos promover la igualdad de oportunidades para acceder a información. En la realidad, tanto en la época de veda de 15 días previos en los que no se permite difundir encuestas como en el día de las elecciones que los medios tienen prohibido difundir bocas de urna, los resultados corren a través de los rumores y el ñe’embeguépe. Esto no solamente conspira contra la confiabilidad, sino además deja en un plano de desigualdad a los ciudadanos. Los “privilegiados” (generalmente políticos y periodistas) que acceden a los datos están informados y la ciudadanía en general huérfana de esa información. Levantar la prohibición pondría en plano de igualdad de acceso a la información a todos.

Inconstitucionalidad de las normas. Planteada la discusión jurídica de estas normas, en su momento, la Corte Suprema de Justicia ya sentó su postura de que las mismas van contra la constitución y violan flagrantemente la letra y el espíritu de los artículos 26 y 28 de la Constitución Nacional. Pero además, agrego, viola el sentido del artículo 13 de la Convención Americana de los Derechos Humanos sobre libertad de expresión y acceso a la información.

4.      Obsolescencia, irracionalidad e inutilidad de las normas. En aquél acuerdo y sentencia de la Corte del 2002 se mencionaba también que las citadas disposiciones del Código Electoral no solamente eran inconstitucionales, sino básicamente inútiles y obsoletas habida cuenta el mundo globalizado y la creciente presencia de internet en el flujo de las comunicaciones de las personas y las sociedades. Y agreguemos que esta crítica se fortalece y reafirma hoy día por el mayor crecimiento de internet y las redes sociales en nuestro país, sino además porque en esta elección también ya están involucrados compatriotas que viven en el extranjero. Bastaría que el paraguayo Juan Pérez que vive en New York y vota allá se decidiera a difundir y re-difundir las encuestas y bocas de urna para que se compruebe la total inutilidad y obsolescencia de la norma. Por otro lado, la prueba más evidente de la irracionalidad de esta prohibición fue dada por ciertos fiscales al sostener que los medios tienen prohibido difundir los sondeos, no así un ciudadano común vía redes sociales. La confusión es producto de la sinrazón.

Por todo ello, y porque creo que con este tipo de ejercicio de libertades estaremos propiciando realmente el crecimiento y la fortaleza cívica de nuestro pueblo –no con prohibiciones, sino con libertad- este domingo 21 tuitearé resultado de boca de urna. Y espero que otros más lo hagan ¿Se suman a esta campaña?

sábado, 23 de febrero de 2013

FRANKIE FONACIDE


Ahora todos los creadores del monstruo quieren culpar a cualquiera de los errores cometidos… de las improvisaciones ejercidas con alevosía… del mejunje legal y el berenjenal presupuestario provocado…del malparido cuerpo legal hecho con buenas intenciones pero con males retazos y peores imprevisiones… Ahora… Ahora Paraguay…



Cuando algunos alzamos las voces críticas y señalamos los errores y las consecuencias nefastas que podrían tener varios artículos del proyecto de Ley FONACIDE, ciertos referentes del proyecto, que también de algunas de las ONGs muy “interesadas” en el mismo, se escandalizaron, se rasgaron las vestiduras, blandieron sus voces y plumas (las de escribir) y acusaron a los críticos de todo… hasta de supuestamente defender intereses multinacionales… Todo ello, con la misma inexactitud, liviandad e improvisación con las que promovieron el aludido proyecto de ley. Sin ton ni son. Sin mesura ni capacidad de previsión. Sin medir las consecuencias ni prever el descalabro que podrían causar.

Hoy día, y gracias a la pusilanimidad ya enciclopédica de los políticos y especialmente legisladores cuando algunos periodistas o cierta prensa blande sus páginas en pro o en contra de algo, el monstruo vive y goza de buena salud. Frankenstein Fonacide se pasea a sus anchas, mientras los majestuosos propósitos enarbolados con su creación siguen sin poder ser cumplidos. Y peor, habiendo causado incluso que nada menos que la política educacional del país se pulverizara y las responsabilidades sobre la misma se desperdigaran al punto de que nadie sabe qué hacer, cómo hacer y mucho menos para qué hacer. Quedó un archipiélago de responsabilidades que no tiene un timón, una conducción, una línea estratégica… y menos tendrá una ejecución. En este mejunje, resultan altamente culpables algunas organizaciones “de la sociedad civil”, con angurrias mal disimuladas y pretensiones de pontífices, apoyadas en algún que otro periodista con similares méritos. Tal vanidad hubo que ni expertos ni estudiosos de la educación, con aquilatadas experiencias, fueron consultados ni atendidos en sus críticas y advertencias.

El interés inicial, y no negado sino explícitamente admitido por algunos de los promotores de Frankie, ha sido sacar al MEC su presupuesto y sus atribuciones para decidir sobre política educacional… más explícitamente, según se podía ver en el proyecto original, en cuanto a la incorporación de TICs en la educación. Como esta última intención, tan burda, debió luego ser disimulada, quedó pendiente lo otro, el problema general de la política educacional. Un Ministerio de Educación que no puede ejecutar por sí un presupuesto que incluso no le dan, ¿qué política educacional puede desarrollar?

Nuevos chivos expiatorios

Pero la cosa no paró allí, como no pudieron hacerlo con el MEC, “tiraron” el fardo hacia Municipios y Gobernaciones, obligándolos por ley a supuestamente “ejecutar” el 80% de los royalties en infraestructura y almuerzo escolar para escuelas cuyas administraciones no pertenecen ni a municipios ni a gobernaciones, sin entender que el proceso burocrático de transferencias desde Hacienda a los gobiernos locales es mucho, muchísimo más complicado que a una entidad central como el MEC. Y sin medir que los mecanismos de ejecución, con sus procesos imbricados, se multiplicarían por 200. ¿No conocían esto los autores? Si lo sabían y actuaron adrede, culpables. Si no lo sabían y propusieron lo que se plasmó en la ley, improvisados. Zapatero a tus zapatos. Hoy dicen que el problema de la no ejecución está en los municipios y gobernaciones, tratando de salvar la propia irresponsabilidad-improvisación-negligencia-ineptitud demostrada a la hora de autoproclamarse legisladores.

De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno del Estado ineficiente. Y si los empedradores son referentes de la “sociedad civil”, algunos de los cuales lograron ubicarse luego como consejeros del FONACIDE, cómo no estarán contentos los ya de por sí ineptos políticos que con esto nos terminarán enrostrando, a la sociedad civil real, aquella que no presume ni pretende saberlo todo, las consecuencias de un monstruo legal que termina empeorando, en la práctica, la ya de por sí deteriorada situación de la educación.

Blindar fondos para la educación, o para cualquier necesidad real y urgente de la sociedad, es una buena idea. Como lo era la del Dr. Frankenstein al proyectar su criatura humanoide en la búsqueda de la supervivencia. Pero como en la novela decimonónica de Mary Shelley, la criatura legal superó a sus presuntuosos autores y causó estragos en la educación. Lección divina contra la vanidad humana. Lastimosamente, los inocentes niños y jóvenes pagan por los responsables, por los verdaderos responsables de este malparido monstruo.


José María Costa

DEBATES Y DEVOTOS...


¿Se decidirá quién será el Presidente de la República en un debate? Seguro que no, pero el debate es un espacio, una oportunidad eficaz para que un proceso electoral sea realmente abierto a la discusión de ideas, de propuestas, de opiniones, e incluso de garantías de confianza que brindan los candidatos o partidos políticos.

En definitiva, el debate, tal como entendemos hoy día en el marco democrático, hace a la esencia misma del sistema que todos adscribimos en el que el voto es una OPCIÓN, y no una ACCIÓN MECÁNICA y menos una IMPOSICIÓN.

La Real Academia Española equipara el significado de la palabra DEBATE con la de CONTROVERSIA señalando que es una “discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas”. Si en una contienda electoral se presentan más de una candidatura o proyecto político se supone que será porque tienen diferencias entre sí, sea en sus puntos de vista, sus propuestas programáticas, sus agendas de prioridades o hasta en el estilo y el carácter de su actuación política. Y ni qué decir, entre los candidatos. Si no hubiera diferencias, no tendría sentido votar (que es optar). Opción supone elección entre dos o más alternativas diferentes.

Por eso, resulta incomprensible que en un sistema republicano y democrático todavía haya quienes rehúyan al debate, a la controversia, al intercambio de opiniones o propuestas. Esto es más lógico en un sistema autoritario, de autoridad única o irrefutable, para decirlo más directamente, de dictadura. El dictador, o el que pretende serlo aun usando las vías democráticas, no está interesado en debatir; le basta exponer e imponer. Y a veces ni siquiera lo primero, aunque si irá a usar el recurso democrático del voto, la exposición de sus ideas (maquilladas o no) tal vez sea un “mal necesario” que deba admitir para no mostrar de entrada sus verdaderas intenciones.

Por otro lado, mirado desde la comunicación política, si alguien todavía cabalga aupado en la excusa de que “quien lidera no necesita debatir”, sencillamente estará confirmando que antepone sus apetencias electoralistas a la verdadera necesidad que tiene el electorado, el pueblo, de conocer las propuestas, las intenciones y las seguridades –o no- que ofrecen sus candidatos. Esa excusa o bien oculta un egoísmo político latente –potencialmente maquiavélico y de inconmensurables consecuencias a futuro- o bien desnuda la incapacidad del proyecto político o del candidato para confrontar sus ideas o defenderlas públicamente recurriendo a una de las características más relevantes y específicas de la naturaleza humana: el uso de la razón y la argumentación. No digamos que no sea humano quien rehúye a la discusión racional, pero al menos quizás está dejando la evidencia de sus propias limitaciones intelectuales. Y en pleno siglo XXI, creo que nadie se merece un Presidente incapaz de razonar o argumentar.

Nuestra democracia tiene poco más de 20 años y sigue careciendo de calidad y profundidad. Ha sido y sigue siendo una democracia apenas de votos, y no de debate, de participación, de construcción social a partir del diálogo, del consenso o incluso de la confrontación racional de ideas o posiciones.

La elección sólo podrá ser tal si hay capacidad y posibilidad de opción, y si ésta se sustenta sobre un flujo libre y permanente de información. Si los candidatos son mezquinos con la democracia y con la ciudadanía, repetirán fórmulas y cantinelas proselitistas en busca del poder por el poder mismo.

Con ese tipo de actitudes, no habrá calidad democrática, no habrá participación ciudadana, no habrá nuevo rumbo para el país, ni habrá garantía real de la superación de los problemas nacionales, entre ellos la pobreza o la desigualdad social como muchos prometen combatir. Apenas habrá nuevos (o reciclados) cacicazgos, nuevas felonías políticas hiriendo al sistema democrático y nuevas excusas para un modelo perimido, autocrático, que propicia el clientelismo como sustento para llegar y mantenerse en el poder.

Al que le venga el sayo… que se lo ponga. Y si los ciudadanos se lo ponen, que no se queje.

José María Costa