La mitomanía oviedista en libertad condicional
Nuestro pueblo tiene una memoria flaca. No en balde, hay líderes y agrupaciones políticas que pueden “reinventarse” con nuevas promesas construidas sobre las anteriores incumplidas. Y pese a todo, hay gente que les sigue creyendo.
Nuestro pueblo tiene una memoria flaca. No en balde, hay líderes y agrupaciones políticas que pueden “reinventarse” con nuevas promesas construidas sobre las anteriores incumplidas. Y pese a todo, hay gente que les sigue creyendo.
Hay también variables para la “desmemoria”: por ejemplo, fue antológica la defensa que hizo cierto líder republicano cuando en los primeros tiempos de la transición democrática sostuvo que apenas el último año de la dictadura fue un tiempo “malo” y el resto había sido beneficioso para el país. Claro, el último año del stronismo el personaje de marras había sido expulsado del círculo áulico del poder y eso automáticamente había cambiado su punto de vista respecto a la más larga dictadura del siglo XX. Memoria selectiva que le dicen.
Estas reflexiones sobre la anémica memoria nacional cobran vigencia cuando escuchamos o leemos en estos días ciertos discursos “pacificadores” que en boca del Dalai Lama pudieran ser creíbles, pero en ciertas carpas políticas sólo provocan sospechas fundadas. O por lo menos, debieran provocarlas… pero eso es justamente lo que parece cambiar en esta situación, como consecuencia de dicha debilitada capacidad de recordar dichos o hechos.
Entre bendiciones y “conspiraciones”
El escenario político se ha visto sacudido por la presencia –en libertad condicional- del ex general que había protagonizado la intentona golpista de 1996 y está enjuiciado en el caso de las matanzas ocurridas en el marzo paraguayo. En medio de la novedosa situación, que provocó las más variadas interpretaciones de politólogos y futurólogos locales, la prensa tuvo un protagonista “top” para entrevistas, titulares de primera plana, programas especiales y páginas enteras. El ex general inauguró su libertad con una meteórica y mediática peregrinación a Caacupé, lanzando bendiciones, llamando a la pacificación; y siguió con arengas y mensajes “conciliadores”.
Entre bendiciones y “conspiraciones”
El escenario político se ha visto sacudido por la presencia –en libertad condicional- del ex general que había protagonizado la intentona golpista de 1996 y está enjuiciado en el caso de las matanzas ocurridas en el marzo paraguayo. En medio de la novedosa situación, que provocó las más variadas interpretaciones de politólogos y futurólogos locales, la prensa tuvo un protagonista “top” para entrevistas, titulares de primera plana, programas especiales y páginas enteras. El ex general inauguró su libertad con una meteórica y mediática peregrinación a Caacupé, lanzando bendiciones, llamando a la pacificación; y siguió con arengas y mensajes “conciliadores”.
Le duró poco: pronto, sometido a presión por periodistas y prensa no complacientes –que los hay-, afloró su personalidad “histórica” y se aferró a esa acostumbrada mitomanía patológica para inventar depósitos de armamentos, conspiraciones eclesiásticas y demás. Luego, parece que volvió a sus “cabales” (¿los tendrá?) y recurrió de nuevo al discurso “pacificador”, “conciliador”, que reclama “nada de odios ni rencores”…
Cantos de sirena en mares tormentosos
¿A quién creer? ¿Al Oviedo “pacificador”, “conciliador”, “concertador”? ¿O al otro cuyo recurso discursivo es la fabulación y la mitomanía para atacar a sus enemigos? ¿Al Oviedo de hoy cuya libertad condicional parece ser un “moderador natural” de su verborragia agresiva de otros años? ¿O al Oviedo megalómano de aquellas jornadas teñidas de luto y sangre a causa de sus ambiciones de poder? No en balde, en más de una entrevista pidió que “nos olvidemos del pasado” y “miremos el futuro”… ¿Cuál futuro? ¿El que se construye con los mitos y las fábulas que pretende instalar para tratar de darle visos “democráticos” a su liderazgo?
Cantos de sirena en mares tormentosos
¿A quién creer? ¿Al Oviedo “pacificador”, “conciliador”, “concertador”? ¿O al otro cuyo recurso discursivo es la fabulación y la mitomanía para atacar a sus enemigos? ¿Al Oviedo de hoy cuya libertad condicional parece ser un “moderador natural” de su verborragia agresiva de otros años? ¿O al Oviedo megalómano de aquellas jornadas teñidas de luto y sangre a causa de sus ambiciones de poder? No en balde, en más de una entrevista pidió que “nos olvidemos del pasado” y “miremos el futuro”… ¿Cuál futuro? ¿El que se construye con los mitos y las fábulas que pretende instalar para tratar de darle visos “democráticos” a su liderazgo?
La memoria no es la cualidad más resaltante de este pueblo. Quizás por ello, no aprendemos de los errores del pasado y seguimos creyendo en cantos de sirenas autoritarios mientras nuestra frágil democracia surca mares tormentosos.
El futuro puede ser igual o peor al pasado. Si creemos que en vez de sangre correrán ríos de paz, no será por culpa de un liderazgo embustero… sino por responsabilidad de nuestra raquítica memoria social o nuestra idiotizada credulidad política.