miércoles, 27 de agosto de 2008

La decretocracia de Borda

Peligrosas y antidemocráticas jugadas “de gabinete”

Elementos fundamentales del régimen democrático y republicano son la transparencia, la participación ciudadana por mecanismos de representación y la división de poderes para la administración del Estado. En un Estado autocrático, sin embargo, se soslayan estos valores y se los cambia por la concentración omnímoda del poder, la ocultación de los actos administrativos, la restricción de la participación ciudadana y el debilitamiento de los mecanismos de representación popular que actúan como contralores del poder ejecutivo.

En estos días, mientras la clase política se debate entre interpretaciones caprichosas de leyes y reglamentos, mientras otros ministros tratan de entender el berenjenal de sus propias carteras de Estado, un nuevo Paraguay está naciendo. Es el Paraguay de la decretocracia del ministro Dionisio Borda.

El que fuera ministro de Duarte Frutos está logrando ahora lo que durante ese período intentó y no consiguió: fagocitar las atribuciones de otros ministerios y secretarías de Estado para concentrar en torno suyo suficiente poder para quien sabe qué objetivo. De golpe y porrazo, vía dos decretos (119 y 120, puede leerlos en http://www.presidencia.gov.py/lista_decretos.asp ha suprimido, modificado o anulado responsabilidades y atribuciones de al menos cuatro ministerios y secretarías de Estado, para trasladarlas todas ellas a una creada Unidad Técnica de Modernización de la Administración Pública” que –“¡Caramba, qué casualidad!” dirían Les Luthiers- estará bajo su directa dependencia. Una lectura inteligente de los decretos revela la magnitud de esta antidemocrática y antirrepublicana jugada hecha sin debate público alguno.

Leyes borradas por decreto

Así, las Secretarías Técnicas de Planificación, la de la Función Pública –creadas por leyes- se convierten en fantasmas públicos por efecto de la decretocracia de Borda, y varias atribuciones de otros ministerios quedan ahora en manos de una unidad que, atiendan bien, también administrará y coordinará todo tipo de cooperación y donaciones que reciba el Estado!. No en balde, tras el decretazo, Borda apura al Congreso que apruebe créditos y donaciones para “atacar la pobreza y generar empleo”… y consolidar su poder, podría agregarse.



Ambos decretos, firmados por el Presidente Lugo y evidentemente promovidos por Borda, desconocen y atacan profundamente la legalidad y el principio de representación republicana para la modificación de las leyes. ¿Sabrá Lugo lo que le están llevando a hacer con esto? Llama la atención, la participación del ministro Rafael Filizzola en la firma de uno de los decretos. Se supone que como ex parlamentario hubiera preferido la constitucional de una propuesta del Ejecutivo para la reforma de una ley. La historia podrá mostrarnos responsabilidades de quienes hoy, por acción u omisión, están propiciando un modelo de gobernar que desconoce las formalidades republicanas. Por algo, la democracia acabó con los “decretos-leyes” del stronismo, pero lamentablemente no con sus secuaces o sus inconscientes seguidores.

¿Reacciones? ¿Los parlamentarios? Salvo algunos que ya se percataron del tema, la mayoría ni parece haberse enterado. ¿La prensa contralora? Bien distraída, gracias. O quizás, bien domesticada. El tema da para mucho más. Pero el espacio de esta columna se acaba, y lo que apenas parece empezar en nuestro país –paradójicamente no de la mano de los “extremistas bolivarianos” como algunos temían- es la decretocracia. Esa nueva forma de corromper a la democracia y convertirla en mera fachada de una real autocracia populista.

José María Costa

martes, 19 de agosto de 2008

Elogio de la crítica


No temer a los cuestionamientos es un signo de cambio.

“¿Por qué no esperan a que empiecen a gobernar?” “Sos un pesimista; no trates de empañar la esperanza del pueblo”. “¿Por qué no le dan el beneficio de la duda?”. “Hay que esperar los 100 días”. “¿Quién instituyó esto de los “cien días”?... en tan poco tiempo no se van a poder ver los cambios… se necesita más tiempo”. “¿Por qué en vez de criticar no hacen propuestas?”. “El que critica es porque ha perdido sus privilegios”. “¡Contrera!”…

Cualquiera que ose levantar una voz crítica frente a las nuevas autoridades o a algunas de sus acciones, omisiones o contradicciones podrá hallarse ante cualquiera de estas reacciones. Basta ver los blogs de comentarios o columnas que tibiamente han insinuado críticas. O basta escuchar algunos que otros programas radiales que no han sucumbido a la obnubilación del poder ni a la moda de la complacencia mediática.

¿Por qué se teme a las críticas? ¿Por qué se las pretende descalificar? ¿Por qué se las pretende “encasillar” en un tiempo o en un espacio? La crítica a las autoridades es una cualidad esencial de la libertad de expresión que debe impregnar una sociedad si ésta quiere ser democrática y abierta. En el Estado autoritario la crítica es repudiada y perseguida. En el Estado democrático ella es bienvenida y hasta garantizada.

Hay que diferenciar la crítica de la descalificación y los ataques personales. La crítica es parte del debate de las ideas, es producto de la generación de argumentos a favor o en contra de posturas públicas. La crítica es esencialmente producto de un ejercicio de raciocinio. La descalificación, sin embargo, es producto de lo emocional, de lo visceral. La descalificación busca adjetivos hirientes para atacar a la persona. La crítica buscar argumentos para contraponer a las acciones o posiciones que son objeto de cuestionamiento.

Veo con preocupación que cualquier intento de crítica contra las nuevas autoridades o los funcionarios que están asumiendo responsabilidades en estos días, sea interpretado como un “intento de desestabilización”, como un “boicot contra el cambio que el pueblo quiere”, o como “un ataque a la voluntad del pueblo expresada a través de las urnas”. Semejantes reacciones sólo pueden ser compatibles con la soberbia de los regímenes totalitarios y no cuadran con quienes se embanderan con los postulados de la democracia y la libertad.

El mejor aporte que pueden hacer los ciudadanos al nuevo tiempo que estamos inaugurando es no bajar la guardia y mantener un espíritu crítico. De la misma manera, la prensa tiene que cumplir esa misión que es mantener el ojo avizor y alerta. Su misión no es la complacencia o la obnubilación con los oropeles del poder. Su misión es la información y la crítica. Objetiva y ecuánime, oportuna y responsable, es cierto. Pero información y crítica serán los grandes aportes para que el cambio que se anunció sea posible.

La crítica, por eso, debe aceptarse, y hasta promoverse. Si se quiere el cambio, ella será siempre saludable. Y hasta necesaria.

José María Costa

martes, 12 de agosto de 2008

La sandalia y el bastón


Contradicciones e incertidumbres en la alforja.

¿Quién será el Presidente Fernando Lugo que gobernará desde el viernes 15 de agosto? ¿Será el de la “izquierda moderada al estilo Uruguay y Chile” o el del “socialismo siglo XXI al estilo Cháves, Correa y Morales”? ¿El del “centro, poncho yuruicha”? ¿Será el de la justificación izquierdista de las “ocupaciones” o el de los pretextos derechoides de “conspiraciones y sabotajes”?

¿Quién será? ¿El del acceso a los cargos públicos por concurso de méritos o el de las nominaciones por cuoteos, “confianzas” y amistades? ¿Será el del rechazo a los hombres escombros o el del reciclaje de los mismos bajo el rótulo de “amigos que quieren el cambio”? ¿Será el de los ministros intachables o el de los que debieron apurar el “enjuague” de sus currículos con el guiño de Astrea? ¿Será el de las lealtades políticas hipervaloradas o el de la meritocracia anunciada en la campaña?

¿Quién será el que asuma y gobierne? ¿Será el de la Alianza Patriótica cuando era concertación o cuando fue cooptación de obsecuencias políticas? ¿El del P-MAS o el del PLRA? ¿El de Grillón o el de Filizzola? ¿El de Kencho o el de López perito? ¿Será el de las vendettas indisimuladas o el de la grandeza política? ¿Será el del gobierno excluyente o el que dijo que gobernará con todos y para todos los paraguayos?

Quien no tenga dudas o sospechas, que arroje la primera piedra. A juzgar por las contradicciones e incertidumbres que engalanan al nuevo gobierno, podremos construir empedrando por todos los rincones de la geografía nacional. Ahora que se acabó el tiempo electoral, ahora que se cierra el ciclo de “transición de mandatos”, ahora que cada vez habrá menos culpas ajenas y más responsabilidades propias, ahora que el cambio debe ser realidad y no mero discurso, ahora que acaba el cómodo balcón del opositor y empieza la terca realidad del oficialista, ahora es cuando se precisan definiciones y acciones, claras y contundentes, precisas y coherentes.

Ya no bastan anuncios de cataclismos o complots. Hacen falta anuncios de políticas claras y efectivas. Ya sobran los discursos populistas y las banderas romanticonas de revoluciones perimidas. Se precisan acciones eficaces y contundentes. Ya no debe conformar la luna de miel mediática cuando la esperanza de cambios reales puede crispar la paciencia a la vuelta de la esquina. La pobreza no se combate con ideología, sino con políticas sociales y económicas inteligentes. La falta de empleo no se revierte con prédica de haraganes o chupasangres; se supera con seguridad para las inversiones y políticas redistributivas eficaces.

¿Quién será el Presidente Fernando Lugo que tendremos desde el viernes 15 de agosto? ¿Será el de las sandalias franciscanas con votos de pobreza ratificados y no renunciados? ¿Será el del bastón con incrustaciones de oro y diamantes? ¿Será el de la opción por los pobres o el del flirteo con los poderosos? ¿El de los votos perpetuos o el de las posturas zigzagueantes? ¿El del Paraguay nuevo o el del Paraguay impredecible?

Entre contradicciones e incertidumbres, la única incontrovertible certeza es que la gente ha renovado su esperanza. De quienes inician el 15 un nuevo gobierno dependerá que la misma no se derrumbe con una nueva decepción.

José María Costa

martes, 5 de agosto de 2008

¡Vade retro, paranoia!

De conspiraciones, maquinaciones y alucinaciones.

De repente, conspiraciones por aquí, conjuras por allá, complots e intrigas varias. Más pronto que tarde, la paranoia parece estar llegando a las nuevas - todavía no estrenadas- autoridades. ¿Qué tanto de realidad o ficción hay en todo ello? ¿Imaginación o precaución? ¿Certeza o insinuación? ¿De qué están hablando los exponentes del entorno de Lugo cuando al unísono empiezan a anunciar supuestas tramoyas desestabilizadoras?

En medio de todos los anuncios y advertencias, no parece razonable la postura de algunos de que la suma de situaciones irregulares o críticas de la administración que se va puedan ser señaladas como un “boicot” en sí mismas… ¿o acaso no era eso mismo lo que se estaba cuestionando a los del gobierno anterior para sostener la necesidad del cambio? ¿Qué esperaban? ¿Qué por arte de magia o birlibirloque el cuestionado gobierno “de salida” se convirtiera en un dechado de bondades y eficiencias justamente en su último tramo? ¿Qué aquello que se cuestionó y criticó como “desastroso” y “caótico” se convierta en virtuoso y excelente para evitar que el nuevo gobierno entre con una agenda de dolores de cabeza y problemas?

Antes que empezar a buscar saboteadores, las nuevas autoridades debieran arremangarse y trabajar desde ya, con o contra la voluntad de quienes ya terminan su mandato, para prever las soluciones urgentes para los problemas añejos y crónicos. Éstos, o las erupciones críticas de los mismos en estos días, no deberían ser vistos ni señalados como productos del “boicot”, porque de esa manera lo que las nuevas autoridades están manifestando es que en realidad creen que son problemas artificialmente creados… Y si fuera así, deberemos concluir que este es el país de maravillas, y no sólo Herminio, sino también los del P-Mas, Tekojoja, y demás había sido creían en eso…

Confunde aún más esta posición cuando menos de un mes atrás eran algunas de las propias figuras del gobierno electo quienes anunciaban la persistencia de “ocupaciones” de tierras, por ejemplo, y hoy pretenden hacer creer que éstas, por venir de alguna dirigencia no “consustanciada” con sus respectivos grupos o sectores, son en realidad un complot contra las nuevas autoridades. Deberíamos pedir, entonces, el “calendario oficial” de ocupaciones, cortes de rutas y complots, para distinguirlo del “calendario saboteador” de idénticos recursos de lucha y militancia.

Ya no es tiempo de quejas o justificaciones en culpas ajenas. Salvo que las “conspiraciones” sean retórica justificante para futuras represiones o persecuciones programadas, no tienen sentido ni sustento razonable. Es hora de generar propuestas que incluso eviten o derroten sabotajes o confabulaciones. La mejor forma de hacerlo es con eficiencia, seriedad y democracia. Esto es lo que realmente votó el pueblo paraguayo el 20 de abril. No la charlatanería ni el populismo estéril.

Más trabajo y menos paranoia, más seriedad y menos habladurías, más certezas y menos mitos… El país necesita que acabe la campaña electoral y empiece el gobierno en serio.

José María Costa