martes, 20 de enero de 2009

Seriedad


No basta con predicar, hay que dar ejemplo.

Seriedad. Eso pidió el ministro Rafael Filizzola al ser consultado sobre las denuncias hechas respecto a la presunta utilización de tratos crueles e inhumanos (tortura) en los interrogatorios realizados en el marco de los operativos militares-policiales en la zona norte de la Región Oriental.
Estamos totalmente de acuerdo. Deber haber seriedad tanto cuando se hace una denuncia como cuando se investiga la misma.

Seriedad. Debió haber seriedad cuando el Presidente de la República –y el propio susodicho ministro- presentaron a todo el mundo la denuncia de un supuesto plan conspiratorio en contra del gobierno. No hubo seriedad pese a que tenían el poder, los medios y la capacidad legal para investigar tal situación. No lo hicieron. Prefirieron cosechar los frutos políticos del show y responder que sólo se “hicieron eco” de la denuncia de un jefe militar. Faltó la voluntad política para ser “serios”. La misma que hoy piden a un obispo que no tiene ni el poder, ni la capacidad legal, ni el armamento -ni la ambición política- para hacer una investigación sobre las posibles torturas.

Seriedad. Debió haber al recibir los informes del asalto a Tacuatí y no descartar de entrada la posible intención política o el involucramiento de grupos ideologizados en tal acción. Un buen investigador nunca descarta una hipótesis, menos aún antes de empezar a investigarla. “Son delincuentes comunes”, se dijo. Y una semana después se despliega en la zona la mayor movilización militar-policial de los últimos años para buscarlos. Algo no parece lógico.

Seriedad. Esa misma que pide el ministro hay que tenerla para comprender que, aunque en la “alta gerencia” gubernamental haya una voluntad política absoluta a favor del respeto a los derechos humanos, es posible que las décadas de entrenamiento en procedimientos crueles e inhumanos en las fuerzas policiales y militares todavía puedan dejar rémoras contaminadas. Y que en el “calor” de la intervención militar-policial desplegada, pueda haber deslices o extralimitaciones de parte de los uniformados. ¿O seremos serios si pensamos que las décadas de vigencia de los manuales de “seguridad nacional” no han dejado huellas en nuestras instituciones de seguridad?

Seriedad. Hay que tenerla para entender que torturas con rastros eran las de antes. La tortura psicológica no deja huellas en el cuerpo; y muchas de las torturas físicas “modernas” tampoco. ¿O piensa alguien que una inspección médica hallará las marcas del hule a la cabeza de un detenido para sofocarlo al punto de la desesperación? ¿O que la presión ejercida por una ruleta rusa deja indicios en la sien del “paciente”?

Seriedad. Se debió haber mostrado desde el primer momento tomando las medidas para que los detenidos fueran inmediatamente garantizados en su seguridad y puedan someterse a estudios con profesionales independientes y bajo la certificación de organismos especializados. Después de casi dos semanas, ahora viene el “pedido” al Círculo Paraguayo de Médicos. La seriedad que viene en carreta, puede llegar tarde y convertirse en indolencia.

Seriedad. Debería haber en el Gobierno para no dejar que se manche la mayor conquista de esta transición: el respeto a la libertad y a los derechos humanos. Que algunos organismos locales de defensa de derechos humanos no se sientan capaces para requerir a este gobierno lo que a los anteriores reclamaban de manera casi histérica, no significa que la cosa esté bien. En materia de defensa de los derechos humanos, hay que ser serios, sean quienes sean los denunciantes y los denunciados. Serios desde la denuncia, hasta la investigación y el castigo. Y para esto, hay que actuar con convicción y fundamentos, no con meras proclamas, snobismo oenegero o ropajes ideológicos.

José María Costa

2 comentarios:

  1. Señor Pepe Costa:

    Solo pra decirle que le felicito por su artículo, y que muy modesamene comparto todos sus puntos de vista sobre el tema de los Derechos Humanos y la seriedad con que hay que investigar sus posile violaciones. Resalto mi coincidencia que las rémoras de la dictadura stronista en meteria de apremios ilegales de toda índole, y la falta de respeto total a los derechos humanos. atentamente. Federico Callizo Nicora.

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  2. Muchas gracias por su opinión. Creo que como Ud., Dr Callizo, hay mucha gente honrada y capaz que ha sabido aportar al país desde la función pública, en momentos trascendentes de la vida nacional. Este es uno de ellos y es de esperar que la seriedad y eficacia de tales actuaciones públicas sean emuladas por las actuales autoridades.

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