jueves, 14 de mayo de 2009

El cambio, para atrás



Como “la tierna podredumbre”, pero del siglo XXI

Utilizar recursos del Estado para fines políticos, en épocas de la dictadura stronista era “lícito” para los colorados, y era un atropello fuertemente criticado por la oposición, casi ahogada por la represión dictatorial. Hoy, utilizar recursos del Estado y de las FFAA para fines políticos, es un símbolo del “progresismo” de ciertos grupos partidarios que, desde el otro extremo ideológico, repiten los mismos vicios y atropellos autoritarios en contra de la verdadera democracia.

El evento político organizado por jóvenes dirigentes de sectores partidarios de izquierda no es ni más ni menos que la expresión patente del cambio para atrás en nuestra democracia. Los que se llenan la boca tildando de retardatarios a todos aquellos que no piensan como ellos, han demostrado que lo son a carta cabal: retardatarios y anacrónicos. Se han esmerado en dejar evidencias de sus pensamientos totalitarios, los mismos que, con otras simbologías quizás en la época del stronismo, hacían de las Fuerzas Armadas una sucursal partidaria, una institución totalmente alienada por el sectarismo político.
No son las banderas ni los símbolos internacionalistas, ni las efigies de genocidas confesos o de absolutistas del siglo XXI, ni las banderas extranjeras flameando donde sólo debiera portarse la tricolor. No. No son esas “anécdotas” las que preocupan del tremendo golpe causado por el gobierno de Fernando Lugo a la institucionalidad de las Fuerzas Armadas de la Nación. Lo que preocupa realmente es que esta democracia está durmiendo con sus enemigos, y el propio gobierno le hace día tras día la cama.

Alienta y da alas a aquellos que creen que las Fuerzas Armadas deben tener una posición ideológica y una actitud partidaria –claro, siempre y cuando sean las que convengan a sus intereses-; o a aquellos que todavía pretenden hacernos pasar por tontos con que “no se ha tratado de una actividad partidaria porque no se hizo proselitismo ni estamos en campaña electoral”. Ahora anuncia “sumarios” para que la piola se corte por el lado más fino, pero en el fondo, ni siquiera ha ensayado una disculpa pública con la ciudadanía honesta y amante de la institucionalidad.

Si hubo orden del propio Comandante en Jefe en el sentido de permitir un acto así, más vale que vayan preparando argumentos para la historia: éste es el peor de los “errores” a los que ya nos estuvo acostumbrando Lugo en apenas 9 meses (valga la coincidencia temporal). Si no la hubo, y los militares que dieron la autorización pertinente no “olieron” que se venía un evento con tinte político, con debates políticos, con simbología política y con proclamas políticas (como las que llenaron esos días el Comando de Ingeniería), tenemos una grave falla de “inteligencia” en las filas castrenses. Ningún militar está obligado a cumplir órdenes inconstitucionales. Y si alguno lo hubiera hecho sin medir las consecuencias, aunque sea por idiota debería ser radiado de las Fuerzas Armadas.

Molesta e indigna esto que ha ocurrido sobre todo porque una de las mayores conquistas de la transición democrática ha sido la institucionalización y despartidización de las FFAA. El mensaje que el PMAS, el Partido Comunista y el Partido Tekojoja (co-organizadores del Campamento de jóvenes “por el cambio”) quieren dar es que ellos “tienen el poder” y pueden hacer “lo que quieren” incluso con la institución militar. ¿Será este el “fascismo del siglo XXI” que nos tienen reservado?

Todos estábamos en estos días rabiados y exaltados con el regreso de Montanaro al país, pero con esto que sucedió… ¡qué excelso homenaje al stronismo han brindado los “jóvenes latinoamericanos por el cambio”!

José María Costa

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