sábado, 30 de mayo de 2009

Desfile estudiantil en tiempos de cambio



El hecho de portar carteles y pancartas con consignas y frases fue el “elemento innovador” del desfile sabatino promovido por el Ministerio de Educación y Culto del gobierno del cambio. Aún cuando algunos de los organizadores hayan tenido buenas intenciones y genuino propósito de rendir muestras de patriotismo al estilo más tradicional (que contradicción esto de cambiar a caballo de viejas prácticas), no hay que descuidar algunos detalles que, en virtud de las últimas circunstancias políticas, pueden tornarse factores de riesgo para una educación pública apolítica y apartidaria.

Vamos al grano. Que en el desfile colegial (1.300 chicos de unas 13 instituciones) haya habido carteles como “Los jóvenes exigimos nuestros derechos” o “Salud, trabajo, educación” no genera mayor atención, pues apenas se refieren a derechos consagrados constitucionalmente o reivindicaciones de tipo generacional. Después de todo, que los jóvenes asuman públicamente los valores y derechos establecidos en la principal herramienta de consenso nacional –la Constitución- es algo alentador.

Pero donde la cosa empieza a salirse de cauce es cuando se ven carteles con propuestas o consignas que revelan una postura específica y sectorial, con toda la carga política que ello supone. Ahí había, por ejemplo, un cartel con un “No a la descentralización” que, por un lado, remarca en teoría una postura anticonstitucional (recordemos el lineamiento doctrinario de la Carta Magna a favor de un Estado “descentralizado”), sino, lo peor, queda demasiado evidentemente pegado a una postura política que públicamente han defendido tanto los gremios docentes como el propio ministro de Educación. Esto último, recordemos, en ocasión del rechazo reciente a un proyecto de ley denominado “de descentralización”, rechazado justamente bajo la impronta de una fuerte presión de los gremios de maestros.

Si sumamos a esto que el “novedoso” condimento de las pancartas se da en un desfile organizado por la viceministro de la Juventud, cuya postura pública fue favorable al inconstitucional uso de un cuartel militar para un evento de juventudes partidarias (entre ellas, la de su partido el PMAS), las sospechas y los temores pueden acrecentarse. Dirán tal vez que no se quiere que la juventud “asuma protagonismo” o “no manifieste sus opiniones”. Es la excusa típica de quienes pretenden cheques en blanco para la manipulación desde cualquier instancia de poder.

Esto no tiene la contundencia de aquellos “desfiles patrióticos” en el Departamento de San Pedro, donde adolescentes iban ataviados con sugerentes boinas rojas y retratos del Che aparecían por doquier. A algunos aquello les pareció una inocentada. Lo de ahora les parecerá más inocentada aún. Pero, “inocentadas” tras “inocentadas”, hay quienes evidentemente están jugándose a permear las instituciones –militares y/o educativas- con sus propias consignas e ideologías, buscando las bases políticas que las elecciones aún no les han dado.

Eso no es hacer patriotismo; es simple y llanamente sembrar las semillas del fascismo y el sectarismo para socavar las bases institucionales de la democracia pluralista. Y lo más lamentable, hay manos ingenuas dispuestas a sembrar y dejar sembrar dichas simientes de intolerancia y división.

José María Costa

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