miércoles, 7 de mayo de 2008

Lugomóvil


Luces amarillas que deben ser atendidas

La mujer del César no sólo debe ser, sino también parecer. Si queremos el cambio, hay que ser coherentes con él y con sus requerimientos, formales y de fondo. La gente tiene esperanzas y para alimentarlas y mantenerlas precisa hechos, pero antes de eso, necesita signos de que su expectativa no será defraudada.

La información de que un conocido empresario del ramo automovilístico puso a disposición del presidente electo Fernando Lugo una flota de vehículos para su uso diario podría parecer “natural” en el Paraguay “de siempre”, pero no puede ser tomada a la ligera en el Paraguay “del cambio” que se pretende proyectar. Nadie discute que el elegido para gobernar el país precise seguridad y comodidad para sus desplazamientos. Esto es básico en un país que, no olvidemos, tiene el triste registro de un magnicidio. Sin embargo, quienes apuestan al cambio deben actuar con coherencia y desechar cualquier tipo de canonjías o prebendas que desde los poderes económicos se ofrezcan de manera “inocente” y quizás ocultan perversas intenciones.

No olvidemos que de similar manera, el mal recordado Presidente González Macchi recibía regalos o préstamos en forma de automóviles lujosos, incluso del mismo empresario hoy involucrado en el caso que nos ocupa. No olvidemos que un portentoso vehículo “cedido” al entonces mandatario luego fue, para vergüenza oficial, reportado robado en Brasil. Y tampoco olvidemos que en los primeros meses del mandato de quien se apresta a dejar Mburuvicha Roga, había vehículos blindados y aviones puestos a disposición suya “como muestra de aprecio” privado...

Ni facturas ni favores…

Si Lugo precisa movilidad, comodidad y seguridad, deben ser brindadas por el Estado al que todos contribuimos con nuestros impuestos. Su seguridad nos interesa a todos. Y nos interesa que también tenga las manos libres desde el principio, sin “facturas” evidentes ni escondidas que pagar. Sin favores expresos o supuestos que devolver. Y esto no tiene que ver con, como algunos podrían decir, “No, él no se va a prestar a eso”. No se debe jugar ni un minuto con la esperanza y la expectativa de la gente. Ni se puede minimizar el valor de los simbolismos cuando se pretende desterrar prácticas anacrónicas y perversas en el manejo de la cosa pública, o en la conducta de los hombres públicos.

No se trata de un empresario o de otro; ni siquiera de un vehículo o un avión. Se trata de los signos que deben dar quienes enarbolan, por voluntad del pueblo paraguayo, las banderas del cambio en la administración del Estado.

Algunos podrán afirmar, quizás, que hay que darle “el beneficio de la duda” a quienes vienen con los vientos de cambio a favor. O que hay que cumplir el mandato de los “cien días de tregua” para el nuevo gobernante. Podemos estar de acuerdo con ello, pero ni lo uno ni lo otro debe obstar a señalar los signos o las actitudes que aparecen como inquietantes, aún cuando se den en el período de “tregua”. Después de todo, de tanto no mirar las luces amarillas, este pueblo ya ha tenido en su historia política terribles accidentes y trágicos resultados.

Es hora de que eso también cambie. Con sandalias o sin ellas…

José María Costa

1 comentario:

  1. Además de lo expuesto en este comentario, agrego que este Lugo en vez de movilizarse en modestos vehículos, está empleando vehículos muy lujosos, que se contraponen a su discurso de buscar el bienestar de los pobres del Paraguay. Demuestra una personalidad muy contrapuesta. Si anda en sandalias, no puede moverse en estos rodados tan lujosos y, además proveidos, por un empresario que ya tiene negros antecedentes.

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