lunes, 21 de abril de 2008

De votantes a electores


Los héroes del abril paraguayo

“En América latina se ha alcanzado la democracia electoral y sus libertades básicas. Se trata ahora de avanzar en la democracia de ciudadanos. La primera nos dio libertades y el derecho a decidir por nosotros mismos. La segunda, hoy plena de carencias, es la que avanza para que el conjunto de nuestros derechos se tornen efectivos. Es la que nos permite pasar de electores a ciudadanos. La que utiliza las libertades políticas como palanca para construir la ciudadanía civil y social.”

Al leer este párrafo del Informe “La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos” (PNUD, 2004) y ponerlo a la luz de lo que sucedió el domingo en nuestro país, no podemos sino estar satisfechos por un lado, y expectantes, por otro. Quizás no tengamos aún la “democracia de ciudadanos”, pero nadie puede negar que al fin se ha alcanzado, real, concreta, limpia y civilizadamente, a la democracia de electores. Creo, como muchos otros, que lo ocurrido el domingo –más allá de resultados que agraden o no- refleja el momento preciso de la transición del paraguayo VOTANTE al paraguayo ELECTOR. Este es el primer signo y efecto de este cambio ocurrido el domingo. Aunque sólo se trate todavía de un cambio de color, de un cambio de un partido a otro, de una hegemonía a la emergencia de otro foco de poder.

Pero hay más para felicitarnos todos como paraguayos. La gran participación es signo de una recuperación sostenida de la confianza en las instituciones, en este caso, en la del voto. Si hubiéramos estado convencidos de que todo podría ser empañado por el fraude y la trampa, no hubiera habido este índice elevado de concurrencia electoral. Asimismo, cabe sentirnos todos orgullosos –todos, victoriosos y derrotados- porque en el acto electoral primó la racionalidad, la calma, la transparencia. ¿O acaso ésta ha sido una constante de las últimas elecciones? Es, sin duda, otra demostración de que cuando queremos, los paraguayos podemos comportarnos civilizadamente.

Asimismo, esto se traslada a los principales grupos políticos que compitieron el domingo. La victoria de unos no les ensoberbeció (por lo menos en las horas claves y hasta ahora, y así debiera seguir siendo) ni la derrota de otros no les desencajó del compromiso y la responsabilidad histórica con la institucionalidad democrática (como debiera ser, pero vaya si todos no hemos tenido siempre una sospecha de que no sería así). La victoria no tiene por qué generar revanchas, ni la derrota por qué abrigar odios. La madurez que mostró la ciudadanía al ELEGIR, fue, al menos hasta ahora, acompañada por la madurez de la dirigencia política al respetar los resultados y abrir las puertas a una transición pacífica del poder.

Democracia de ciudadanos. Todavía nos falta mucho quizás. Pero ya tenemos un avance más en este trágico y enturbiado camino de una transición política que fue larga por demás: pasar de meros autómatas en los procesos electorales a ser esencialmente protagonistas. Y esto no es mérito de unos sobre otros, ni de unos contra otros. Es el mérito colectivo de todos los paraguayos. Por encima y a pesar de resultados adversos o favorables.

En 1999, el marzo paraguayo marcó un hito de la resistencia para defender la democracia. En este 2008, el abril paraguayo marca un momento fundamental para su consolidación y madurez. Y todos los ciudadanos, sin distinción, más allá de resultados o votos emitidos, son los héroes de la jornada. Ojalá esta tendencia siga creciente y las nuevas autoridades electas comprendan y respeten esto como el más preciado valor que deben preservar para llegar, muy pronto, a la democracia de ciudadanos que también sirva para responder a las expectativas y necesidades esenciales de la gente.


José María Costa

sábado, 19 de abril de 2008

El voto pecaminoso.


Ejercer la ciudadanía con libertad y conciencia

Nadie. Ni el Papa ni el obispo –en ejercicio, dispensado, retirado o rebelde- ni el párroco, ni el monaguillo, ni el presidente de Seccional, ni el de Comité, ni el operador barrial ni el puntero alquilado, ni el “camarada”, ni el comisario, ni el presidente de comisión vecinal, ni el asesor espiritual, ni el dirigente laico, ni el pastor, ni la monja. Nadie tiene derecho a decirnos por quién o quiénes votar. Y nadie, ninguno de esos ni otros más, tiene derecho a decirnos que votar de esta forma es ético y de aquella otra es antiético. La única ética del voto es la del voto en conciencia: votar por lo que uno cree y quiere.

Parecería una perogrullada decir todo esto. Pero en un país en el que 3 de cada 5 electores concurre a votar “arreado” por los dirigentes “de base”; o en el que la compra-venta del voto es la principal fuente de ingreso en los días previos al acto electoral, es bueno recordarlo y reafirmarlo.

Desde todos los sectores se han escuchado en esta campaña proselitista las proclamas maniqueas y escatológicas: “Votar por fulano es votar por el caos”; “El que vota por mengano es un inmoral”; “Si sos un ciudadano con ética, no votes por perengano”; “Tu voto sólo será patriótico si votás por zutano”.

Ninguna campaña se ha salvado de caer en la tentación de desacreditar al adversario con recursos rastreros. Nadie ha centrado su campaña en sus propuestas o fortalezas solamente. Nadie ha dejado de utilizar tácticas arteras, efectistas o rimbombantes para tratar de ganar lo que no pudieron obtener con sus propias potencialidades.

En este escenario electoral, por todo eso, es conveniente que la ciudadanía sea reafirmada en el voto en conciencia, en el voto libre y soberano. El voto que responde a nadie y nada más que a la propia convicción y sentimiento. El voto que nace del corazón y la razón, y si es posible, más de ésta que de la otra. El voto que garantiza la Constitución Nacional y reafirman las declaraciones de derechos humanos.

Votar es expresarse. No votar también es una forma de expresarse. Y por ello tampoco puede ser pecado ni una falta ciudadana si un Estado realmente respeta la libertad de opción de sus ciudadanos. Votar por alguien es una opción. El voto en blanco es otra. Y lo es también la abstención, si creemos en la verdadera libertad de la persona.

Voto útil o inútil. Eficaz o desperdiciado. Son adjetivos interesados y sesgados. Los que se creen con derecho de calificar al voto ajeno, deberían mirar la viga de inutilidades o desperdicios que cargan en sus historias personales o sectoriales. El único voto útil es el que lo hace la persona porque cree en lo que vota. Esto es suficiente para que sea un ciudadano libre y patriota.

Lo que no puede ser admitido, ni como católico, cristiano, evangélico, judío, mormón, ateo o agnóstico, es el voto inconsciente, el voto vendido, el voto prebendario, el voto clientelar, el voto presionado, el voto esclavo, el voto de bolsillo, el voto “a cambio de”.

Votar por uno u otro no es pecado. Votar por quien uno no cree o no quiere sí puede ser pecado de lesa ciudadanía. Más allá de sotanas o charreteras, guardapolvos o polleras.

Ojalá todos los paraguayos comprendamos esto y ejerzamos nuestra ciudadanía con libertad, con conciencia, sin ataduras ni presiones. Entonces, sin necesidad de esperar los escrutinios, tendremos el próximo domingo el verdadero mejor resultado de las elecciones.

martes, 8 de abril de 2008

Un oasis de transparencia


Gobernabilidad “gua’i” pese al proselitismo feroz

Estaban liberales y colorados, oviedistas y luguistas, patriaqueridistas y paisolidaristas. Y nadie habló de las bondades de su partido y las maldades del ajeno. Todos hablaron de un objetivo y un logro común: la transparencia y la gobernabilidad. Hablaron y demostraron que las practican. Fue ayer en Villarrica, cuando se lanzó el nuevo sistema de acceso a la información municipal de la capital guaireña.

En medio del fragor de las luchas proselitistas, cuando el país hierve con publicidades electorales que destrozan todo a su paso, en el contexto de una campaña electoral que polariza y vuelve maniqueos a todos, los “gua’i” dieron muestra de poder mirar por encima de las agresiones electoralistas y hablar de proyectos comunes, sin colores, pero con fuerte raigambre institucionalista y para absoluto beneficio de la ciudadanía.

Villarrica se convirtió ayer en el primer municipio del país que ha transmitido “on line” por internet un acto público de apertura de sobres de licitaciones públicas. Ante los ojos de los guaireños presentes en el acto, y ante los ojos de ciudadanos del mundo conectados a la red de redes mediante el sitio www.villarrica.gov.py. En el escenario no había banderas azules (del partido al que pertenece el Intendente Federico Alderete) ni coloradas (del partido al que pertenece el Presidente de la Junta Municipal, Oscar Serrán). Ni banderas de otros partidos. Sólo estuvo el logro común y el orgullo de los villarriqueños de dar, una vez más, una lección de transparencia en medio del mar de corrupción y oscurantismo que inunda la mayor parte de las instituciones públicas del país.

Crecer, pese a la vorágine electoralista

¿Por qué es importante todo esto? No sólo por la transcendencia de una iniciativa que privilegia el derecho de las personas a acceder a información pública. No solo porque Villarrica confirma su internacionalmente reconocida vocación por la transparencia pese a estar en el corazón de un país estigmatizado por la corrupción. Sino también porque se demuestra que en plena vorágine electoralista, el país no tiene por qué parar o las instituciones y las autoridades no tienen por qué descuidar los intereses de sus representados, y menos aún, no tienen por qué teñir de sus propios colores los actos y las gestiones de sus gobiernos.

Esta clase de gobernabilidad y apuesta por los intereses de la gente, de los ciudadanos, es lo que quisiéramos ver en los que postulan a otros cargos públicos, tanto nacionales como regionales.

Mientras los diarios se llenan de titulares de actos teñidos de proselitismo y colores partidarios en locales de entidades públicas; mientras candidatos de uno u otro color no tienen empacho de invadir instituciones del Estado para hacer campañas; mientras algunos discursos dicen “cuiden su olla” para infundir temor; mientras otros prometen que no practicarán a futuro el prebendarismo que no dudaron en ejercer en el pasado reciente; mientras se rechazan “pactos” y por detrás ya hay “ministerios asegurados”… mientras todo eso sucede, vemos, gracias a los villarriqueños, que otro Paraguay es posible. Un Paraguay que marche adelante y no se estanque en las luchas electorales. Un Paraguay que sea gobernable y transparente, más allá de los colores o las ideologías.

Como alguien dijo, en broma, en el blog respectivo de la comuna citada: “Somos gua’i, pero en este tipo de cosas, hacer todo al revés es hacer bien. Deberían aprender de nosotros”. Apoyo.

José María Costa

domingo, 6 de abril de 2008

La “justicia” de Tekojoja


Contra el autoritarismo, más vale ser previsores.

“En un país serio, un órgano regulador de las comunicaciones como la CONATEL debería de actuar de oficio y considerar la cancelación de la licencia de este tipo de locutor”.

Esta frase no está en ningún panfleto de un grupo conservador de derecha. No. Tampoco en un pronunciamiento de algún grupo religioso tradicionalista ni es parte de la proclama de “pundonorosos” jefes militares. Es, atájense hombres y mujeres de poca fe, nada menos que parte de un comunicado público del Movimiento Tekojoja, el principal sustentador –con el PLRA- de la candidatura presidencial de Fernando Lugo y reivindicador del “cambio democrático”.

Es parte de un comunicado en el que acusan al locutor de Radio uno, Manuel Bernardes, de hacer “terrorismo radial” y de ser “uno de los portavoces privilegiados de la rosca mafiosa del oficialismo”. Es cierto que son frecuentes las expresiones injuriantes y difamatorias de Bernardes. Eso ya le ha valido varios contraataques, incluso judiciales. Pero esta es la primera vez que un grupo político, particularmente embanderado con los “principios democráticos”, pide nada más y nada menos que sea objeto de una censura total y se le “cancele su licencia”. Y sabemos que, por imperio de la Constitución y de la Convención Americana de los Derechos Humanos, está prohibida la censura previa y solo se admite un sistema de determinación “ulterior” de responsabilidades mediante el sistema judicial.

Antes de seguir, quiero advertir que no me preocupa que después de esto los mismos u otros también me pongan en la bolsa de “portavoz privilegiado del oficialismo” por el solo hecho de decir a quienes se creen “impolutos” que se comporten como deben en una sociedad que eligió la democracia y la libertad y no la censura y la persecución ideológica como base de su organización social.

Volviendo al tema, más allá de que Bernardes sea “terrorista radial” o alguien luego pida para que se lo considere “fuerza periodística beligerante” (para atenernos a los dictados del ídolo del movimiento firmante del comunicado), creo que este pronunciamiento de Tekojoja muestra una tendencia peligrosa (a estas alturas ya evidente) a adoptar posturas autoritarias y arbitrarias en contra de la libertad de expresión y otras libertades. No olvidemos la repetida intención de contar con una ley que “regule” a la prensa. No serían importantes estas manifestaciones sino provinieran de un grupo que de seguro contará con representación parlamentaria y hasta es posible llegue a ser gobierno de la República. Me imagino a ciertos “tekojojenses”, desde el gobierno, haciendo que CONATEL tome medidas como “cancelar licencias de locutor” a cuantos digan cosas “no agradables” para el sector. ¿Qué seguirá luego?

Prepararse para gobernar es algo más que hacer campaña colgados del saco de alguien. Hay que entender la lógica de los tiempos, pero los democráticos, no los del neoautoritarismo que sopla en el continente. En la época estronista, el dictador usaba a ANTELCO para cancelar licencias de locutores “opositores” que eran “terroristas o legionarios”. Desde 1989 eso cambió. Y no queremos que vuelva a cambiar para peor, como propone este comunicado que –llamativamente- tuvo muy poca difusión en la prensa. Hasta parecería que en el periodismo hay quienes aceptan convertirse en cómplices de autoritarismos incubados bajo la complacencia o el temor de todos los que no osan criticar para no ser acusados de estar “a favor del continuismo”. Claro, el maniqueísmo es frecuente en los círculos autoritarios y esto se “huele” en el que nos ocupa.

Si hay injurias o difamaciones a través de la prensa o de un periodista, el camino debe ser la acción judicial. Cualquier atajo administrativo para “cancelar” licencias es simple y llana censura. Nuestra Constitución ya lo dice: “No hay delitos de prensa, sino delitos comunes cometidos a través de la prensa”. Es bueno que lo sepan quienes se embanderan con las promesas de “verdadero cambio” o “cambio seguro”…


José María Costa