viernes, 26 de septiembre de 2014

PUEBLO CHICO, VIVENCIAS A FONDO…




Un paso por dos comunidades en el corazón de Castilla La Mancha, España.

¿Podríamos imaginarnos un municipio con 80, 140 o 1.000 habitantes?... En España, sí. Unos días de paso por Castilla La Mancha, donde los gigantes molinos enfrentados antiguamente por el Quijote hoy son reemplazados por parques eólicos con molinos modernos pero igualmente enormes, me permitieron vivir y convivir el aire de dos pequeñas ciudades de la España de crisis, pero también de la España de valores y bondades.


Castillo de Alarcón, un vestigio medieval
Los molinos modernos que no soñó Quijote
Domingo en Casas de Benítez
Emigrantes, plaza principal e iglesia parroquial en Casas de Benítez
Casas de Benitez, con mil habitantes, y pegado al mismo, Casas de Guijarro, con apenas 80 viviendo allí. En medio de La Mancha, con viñedos produciendo aromáticas uvas y cautivantes vinos, con almendros y olivares esparcidos por doquier, con gente sencilla, amable y llena de vida y cordialidad, ambas comunidades son espejo de una España que, aún en crisis, no se olvida de la importancia de la gente.  La seguridad social, esa conquista que permite recibir gratuitamente -o casi- la atención de los mejores profesionales en los mejores centros sanitarios y con los mejores fármacos y los mejores tratamientos, es un cheque al portador casi milagroso en medio del trance económico que no termina de irse pero al menos pone frente al ciudadano la realidad que no debe una sociedad olvidar: en tiempos de mercado y globalización, hay que crecer con cautela para no descender con brusquedad.






 

 
 LA GENTE, SU VIDA, SU ESPERANZA
 
Nena, paradójicamente, la llaman a una de las más ancianas de Guijarro. Tiene casi un siglo de vida y camina por las calles, asfaltadas casi todas, de su ciudad para llegar a la Iglesia donde el Paí Rubio (sí, nuestro Paí Rubio que tantas obras sociales promovió aquí y tan injustamente debió dejar el país) celebra misa cada domingo, caluroso y brillante por estas épocas, con el eficiente apoyo de los sacristanes Julián y Loli. Con su bastón y toda de negro bajo el sol, Nena adelanta cada paso y nos cuenta que vivió toda su vida en el pueblo, fue funcionaria de la telefónica hasta que los móviles y la tecnología reemplazaron a las clavijas y las interconexiones manuales. Jubilada hoy, recibe su pensión en el pueblo pero no deja de encarar trabajos artesanales por gusto ni de recordarnos que “se vive bien y tranquilo por aquí”.
Doña Nena en la iglesia
Doña Nena rumbo a la Iglesia

 
EL VIÑEDO MÁS GRANDE DEL MUNDO

Viñedos en Castilla la Mancha

Cosecha entregada en la bodega cooperativa

Ana Belén con su cosecha del día, junto al Paí Rubio
El pueblo activa desde temprano. Cada quien tiene un viñedo o un olivar o un almendral, o todos ellos, para producir y ganarse la vida. Ana Belén conduce con destreza su tractor para alcanzar su carga de morados racimos a la bodega y procesadora de la cooperativa local. Los dos Javi, padre e hijo, y el tío José Luis vendimian codo a codo en el campo familiar y producen en su propia bodega el vino ecológico de la comarca, no sin antes repetir la queja generalizada de la porción de león que se llevan los intermediarios y acopiadores en desequilibrio con el sacrificado trabajo de los productores. De sol a sol (y aquí se pone en esta época más allá de las 21 horas) la jornada es dura pero eficaz. Castilla La Mancha es el viñedo más grande del mundo (unas 400 mil hectáreas). Casas de Benítez y Casas de Guijarro aportan su cuota de parrales y racimos en tal mérito.

En casa de los Parreño, el soporte logístico y afectivo es de doña Neo, que tiene recuerdos a cada momento hacia la hija que fue a buscar rumbos más cosmopolitas en Londres. La historia de jóvenes que salen de la ciudad en busca de otros caminos no es extraña. Y en algunos casos hasta sorprende, como el afán de una simpática veinteañera Rebeca, hija de la jueza María Elpidia, de buscar alistarse en la Guardia Civil afrontando exigentes pruebas para las pocas plazas disponibles. Jóvenes pocos y frecuentemente escépticos, personas adultas muchas, ancianas también… Una demografía paradigmática de una España que sigue resistiéndose al alud de la Europa envejecida.

Niños y golosinas

Parroquianos de Guijarro junto al Paí Rubio

Paseo ciclista en Casas de Benítez

Imponente interior de la iglesia parroquial de Casas de Benítez
 ENCUENTROS ENTRE AMIGOS

La inmigración no deja de marcar a esta España profunda, aún en medio de dificultades económicas. Vendimiadores rumanos, pakistaníes, saharianos son parte del pueblo, sobre todo en el bar “El Jony” donde la “caña” (cerveza servida de la manija) y las tapas relajan por las tardecitas las faenas del día. A las noches, el coqueto y profesionalmente ornamentado bar “La Casilla” de los esposos Diego y Eugenia sirve de encuentro casi obligado. Allí están Fernando y Mercedes, Paco y Carmen, Javi y Neo, José Antonio y Cristina, Javier y Maricarmen, Angelínez y otros, y con ellos el párroco amigo, siempre cercano a la gente, compartiendo anécdotas y el fresco de la noche manchega. 

LA COCINA MANCHEGA Y LAS CHARLAS NOCTURNAS

Bocadillos variados, pinchos a pedir de boca, gambas o boquerones, jamonesde bellota, quesos manchegos o platos más preparados, como los morteruelos conquenses o carnes de caza (perdices o liebres) son opciones gastronómicas de la cocina regional. Partidas de naipes, historias y narraciones, visitas de parientes, tragos compartidos complementan las reuniones. El separatismo catalán, las votaciones en Escocia, la fecha del fútbol, la corrupción de derecha o de izquierda, la emergencia del partido político Podemos, la buena calidad de la vid, las próximas elecciones de alcaldes… son temas de la tertulia entre tragos y el fresco nocturno.

EL CASTILLO MEDIEVAL

Amigos conquenses de paseo por Alarcón


El turismo no es una actividad extraña en la región. A pocos kilómetros de estas ciudades, tuvimos la ocasión de visitar con la agradable compañía de los amigos conquenses un castillo del Siglo XI, aún de la época de la conquista árabe, y cuyo principal ocupante fue siglos después el Marqués de Villena. Calles enrevesadas y estrechas, templos centenarios, paisajes montañosos y las edificaciones medievales luciendo su esplendor, hoy explotadas como parador turístico, regocijan el espíritu y maravillan a los ojos en la turística ciudad de Alarcón. Un buen cordero asado con vino de la región para almorzar en el restaurante "La Fragua de Vulcano", y la medida exacta de un gin tonic para refrescar la tarde en el bar interior del Castillo aderezan un tour perfecto.

Se habla mucho de la crisis, pero un visitante de latitudes sudamericanas como yo no puede dejar de maravillarse que aún en medio de ella, nos encontremos con pueblitos pequeños pero con infraestructura sólida: calles pavimentadas, servicios a mano y eficaces, atención de salud disponible y gratuita, polideportivo y pileta del ayuntamiento que no tiene cualquier municipio de primera en Paraguay, limpieza en las calles, orden y sentido de reciclaje en los contenedores de residuos, iluminación por doquier, clubes de jubilados, iglesias centenarias con interiores e interiores perfectamente conservados. En fin, mucha vida valorada, mucha presencia de Estado en una sociedad donde la calidez sigue prestando sentido y humanidad a la modernidad. Aún en plena crisis. 

José María Costa

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