INFORMACIÓN = MEJOR CALIDAD DEMOCRATICA
Una gran
conquista ciudadana y una gran herramienta para una mejor calidad democrática.
Esto es lo que podemos resumir de este gran acontecimiento que constituye la
sanción (y esperemos pronta promulgación) de la Ley de Libre Acceso Ciudadano a
la Información Pública. Después de 22 años de vigencia de la Carta Magna, al
fin tenemos esta ley fundada en el propio mandato constitucional. Detrás de
este logro, hay una historia de reclamos perseverantes y avances persistentes
que es digna de recordar.
En el 2001
había escrito un artículo periodístico bajo el título de “Frankenstein” para
denostar contra una ley de “transparencia administrativa” que, con buenas
intenciones de sus promotores, pasó de ser un proyecto razonable a terminar
convirtiéndose en una ley mordaza para la ciudadanía y la prensa. Todo por
efecto de la suma y resta de retazos (al estilo del monstruo de la novela) que
desvirtuaron la ley y favorecieron finalmente el secretismo antes que la
transparencia.
Durante más
de una década me pregunté qué hubiera pasado si hubiéramos dejado que aquella
ley permaneciera y no fuera derogada, como lo fue un mes después de haber
entrado en vigencia. Casi un sentimiento de culpa flotaba en cada intento
fallido que luego de eso tuvimos desde la ciudadanía organizada, primero con el
entonces serio y organizado Sindicato de Periodistas del Paraguay y gremios
aliados, o años después a través del Grupo Impulsor de Acceso a la Información
Pública (GIAI).
Un nuevo
intento legislativo entre el 2005 y 2006 con un proyecto promovido por el GIAI,
ampliamente debatido y sustentado en experiencias internacionales, quedó en el
basurero debido a la estupidez y pusilanimidad de senadores opositores (PLRA y
PEN) que encabezaron los votos en contra (apoyados por la ANR) para rechazar el
proyecto.
INÉDITO MOMENTO POLITICO
En este
recuento, llegamos al 2013 a un momento de inflexión histórica donde confluyen
olas de diferentes magnitudes y procedencia para crear un verdadero tsunami de
transparencia que nos tiene movilizados e indignados desde hace casi un año. La
ciudadanía indignada, la prensa indagadora, la Corte con una sentencia oportuna
y ejemplar, grupos de legisladores que supieron leer los signos de los tiempos
y un Poder Ejecutivo que en esto está sí mostrando un nuevo rumbo.
La sentencia
1306 de la Corte, dada en octubre del 2013,
rescató y ofreció de manera oportuna la correcta interpretación del
artículo 28 de la Constitución Nacional gracias a la acción judicial de un
ciudadano, un verdadero prócer de la lucha ciudadana por la transparencia:
Daniel Vargas Telles. La decisión judicial provocó la implementación política efectiva
del derecho: el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo actuaron en consecuencia
y nos sorprendimos los ciudadanos con la amplia publicación de nóminas de
funcionarios, con sus salarios y gratificaciones.
Este círculo
virtuoso de poderes del Estado, ciudadanía activa y reclamante, y medios de
comunicación contralores, está funcionando de manera eficiente para impulsar la
transparencia y un real imperio del derecho humano a la información. Sin dudas,
un momento que marcará la historia política de nuestro país.
La Ley 5189/14,
cuya autoría hay que reconocerla al diputado colorado Romero Roa y el apoyo de
otros colegas que entendieron esos signos de los tiempos, aportó luego un marco
institucional preciso para el deber de transparencia activa del Estado. La
reticencia de las entidades binacionales ante dicho instrumento requirió luego
una decisión política efectiva del Ejecutivo para imponer el cumplimiento,
aunque aún siguen las acciones judiciales promovidas por ambos entes.
Y finalmente,
llega esta sanción de la ley de acceso a la información pública, que pone un
reaseguro a este proceso de recuperación del protagonismo ciudadano y de devolución
histórica a la gente de un derecho que le pertenece, el derecho a la
información, por tantos años arrebatado por la vigencia del autoritarismo
oscurantista en todos los niveles del Estado.
Un
anteproyecto original del GIAI sirvió de base para que varios senadores (hay
que destacar el protagonismo del senador Carlos Amarilla) impulsen un proyecto
que tuvo una importante intervención de los diputados (especialmente Romero
Roa, Bernardo Villalba y Buzarquis) para evitar que vuelva a convertirse en una
ley mordaza.
LOS DEBERES PENDIENTES
Es una
conquista para celebrar y una coalición coyuntural de
ciudadanía-autoridades-medios que también hay que resaltar y aplaudir en
función de un objetivo crucial para la democracia.
Las puertas ya
están abiertas. Ahora se precisa usar y hacer efectivo el derecho con estos
instrumentos. Las autoridades están obligadas a cumplir y promover el
cumplimiento de estos principios y normas. La ciudadanía tiene el deber de
hacer activo el instrumento legal y no dejar enmohecerse de nuevo el derecho
reconquistado. Y los medios deben actuar como promotores del acceso en
profundidad, hasta el punto en que la luz termine desinfectando la podredumbre
ocultada por la oscuridad de décadas.
La democracia
podrá mejorar con esta ley, pero bajo condición de que la ciudadanía toda y
cada ciudadano en particular haga su papel para controlar, reclamar y
sancionar. Es el deber que falta para que el derecho a la información se haga
eficaz.
José María Costa
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