martes, 7 de octubre de 2008

El verdadero cambio, sin show…



Salud pública costo cero

No necesitó un rally al cual prohibir, ni un congreso cargado de autobombos, ni 13 “cartas de intención” para cumplir a escondidas fórmulas ajenas y neoimperialistas, ni recetarios del FMI confirmados, desmentidos y vueltos a confirmar. No necesitó derogar leyes a través de decretos ni decretos a través de resoluciones internas. No se amparó en caminatas snobistas ni en donaciones bolivarianas. No anunció millares de despidos sin sumarios previos para desdecirse al día siguiente. No recurrió a los medios de comunicación para hacer show ni montar cámaras ocultas o visibles.

Simplemente lo hizo para informar de aquello que realmente interesaba a la gente. No precisó anuncios rimbombantes, ni audiencias públicas para la autocomplacencia oenegera. No echó mano de acuerdos partidarios ni de corrientes internas o facciones sub-internas. No perdió el tiempo en criticar lo anterior sino se puso a trabajar en el presente y el porvenir: ésa fue su manera de criticar. No hizo discursos desmentidos por hechos. Sus dichos no fueron muchos, pero sus hechos fueron suficientes.

Así empezó a implementar el cambio la ministra de Salud Pública y Bienestar Social. Con hechos. Haciendo que con las armas legales a mano empiecen a avanzar las verdaderas e históricas conquistas que la ciudadanía precisa de un Estado en materia de atención de salud, principiando por la gratuidad y accesibilidad real del sistema para la gente más necesitada.

Primero fue una resolución para acabar con los anacrónicos y perversos aranceles con los que el Estado paquidérmico castigó por décadas a la gente más pobre a fin de fortalecer el modelo clientelista de partidos, dirigentes políticos, seccionales y comités de base. Un modelo que incrementaba anualmente las brechas de la desigualdad social para alejar cada vez más a ese 40 por ciento de pobres del país de los recursos de una atención de salud pública. Después vinieron las resoluciones de gratuidad de las internaciones, de los estudios clínicos y demás.

Por supuesto, los burócratas de las cajas y faltriqueras estatales pegaron el grito al cielo: “¿Cómo sostendremos todo esto sin recaudación?”. La política de los hechos consumados –al cual están siendo afectos muchos del actual gobierno pero generalmente para producir hechos negativos- era aplicada esta vez para ganar de mano a la burocracia y a la concepción clientelista o fiscalista del Estado. Ahora se tendrá que ver la realidad del discurso de Borda de que se “va a recaudar para distribuir a los más pobres”. Ahora se tendrá que arremangar junto a sus ejércitos de burócratas para disminuir los índices escandalosos de evasión y proveer el sustento de estas verdaderas políticas de Estado que miran y se sensibilizan de la necesidad de los pobres, más allá de los discursos y los anuncios grandilocuentes.

La tarea de en el Ministerio de Salud Pública es alentadora. Se nota que hay claridad de objetivos y un equipo que comparte la visión y empuja en la misma dirección. Pero no será un triunfo sencillo. El magro incremento proyectado (1,6 %) para Salud Pública en el presupuesto del 2009 –en comparación con otros sectores “privilegiados” por evidentes presiones y simpatías políticas- alerta sobre una posible falta de sostenibilidad de estos cambios introducidos en materia de atención de salud en hospitales del Estado. No debe olvidarse que la salud pública “pagada” es no sólo fuente de recaudación sino moneda de cambio para los “favores” de caudillos políticos y grupos partidarios que desde la función de gobierno pretenden mantener un añejo y “eficaz” sistema de captación de lealtades políticas. Y tampoco debemos descuidarnos de las estructuras mentales de muchos funcionarios acostumbrados a denigrar a la gente y alejarla de los servicios públicos debido al maltrato o la ineficiencia crónica.

Sin shows ni fuegos de artificio verborrágico. Sin posturas mesiánicas ni autosuficientes. Sin populismos mentirosos ni demagogias politiqueras. Sin cinismos retóricos ni promesas pisoteadas. Sin ruidos pero con muchas nueces. El cambio, el verdadero cambio, sí es posible cuando se actúa con inteligencia y sinceridad, dentro de la ley y atendiendo las expectativas reales de la gente. En Salud Pública nos están mostrando que no hay que perder la esperanza.

José María Costa

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